“Aladdín” y “Dark Phoenix”

En 1992 Disney comenzó una exitosa racha de lanzamientos animados con “Aladdín”, película que la crítica y el público aplaudieron por su encanto, su capacidad de divertir, así como por el colorido y la musicalidad de su puesta en escena. El “Aladdín” de 2019 es una versión no animada o “de carne y hueso” de este éxito de los 90, que trata pero falla en reproducir la gracia y suntuosidad de la versión original. Por tanto, solo se justifica desde un punto de vista comercial: para vender otra vez lo mismo metiéndolo en un nuevo embalaje.

Igual que este se inspira en aquel, el “Aladdín” de 1992 tenía como referencia obvia uno de los cuentos de la versión francesa, traducida en el siglo XVIII, de “Las mil y una noches”, libro sirio del siglo XIV. Pero el parecido de las películas con la historia original es superficial: también hay un hombre de corazón puro, Aladino, que encuentra una lámpara, la soba y con eso conjura a un genio que le ofrece tres deseos. Casi todo lo demás es distinto. El genio no es un genio cualquiera, sino uno muy particular, simpatiquísimo, lenguaraz y lleno de humor. Una suerte de “prima donna” con poderes sobrenaturales. En el último filme es interpretado por el histriónico Will Smith que constituye el pivote de un elenco de gran diversidad nacional.

Todo lo demás también es “muy Disney”: un malvado hechicero intenta apoderarse de la lámpara, con la ayuda de un insufrible loro, y para esto debe manipular a un Aladino juvenil, enamorado de la bella princesa Jazmín, que en esta versión ha sido presentada en un estilo “feminista” que resulta poco convincente.

La elección de Guy Ritchie como director parece haber sido hecha para garantizar una producción dinámica y vibrante (tales son las características del cine de Ritchie), y al mismo tiempo con pocas pretensiones de “autoría”, no porque Ritchie no sea pretencioso, que suele serlo, sino porque esta vez no podía darse muchos lujos, no inmediatamente después de haber perdido dinero ajeno y prestigio propio dirigiendo la fracasada “Arturo: la leyenda de la espada”. Ritchie solo se aparta de la historia original para asegurarse de que se desenvuelva el ya mencionado mensaje “feminista”, y justo entonces es cuando resulta más cursi y menos verosímil.

Un último apunte. El aspecto musical del filme, muy importante en la versión original, pierde mucho en esta, quizá por el doblaje al que ha sido sometido y que resulta de obligatorio consumo para los espectadores bolivianos.

 

X Men: Dark Phoenix”

Se espera que esta película sea la última por un tiempo de la franquicia “X” de Marvel, pese a que existe un proyecto para continuarla con otra filmada el próximo año. La razón: mientras “Aladdín”, que costó alrededor de 50 millones de dólares, está teniendo un gran desempeño de caja, “X Men: Dark Phoenix”, en la que se invirtieron nada menos que 200 millones, se hunde como la película menos rendidora de los X-Men. Por cierto, ambos resultados deben registrarse en la contabilidad de la Disney, pulpo que también controla Marvel Entertainment y la 20th Century Fox, productoras del segundo filme.

 

“X Men: Dark Phoenix” es casi un remake de “X Men: La batalla final”, que en 2006 cerró la trilogía fílmica original sobre los mutantes. Su escritor y director, Simon Kinberg, fue co-guionista de la primera. Se trata de un remake, eso sí, descafeinado. La historia de Jean Grey (Sophie Turner), una mutante ultra-poderosa con perturbaciones mentales que se enfrenta a sus amigos de la escuela “X” constituye uno de los núcleos narrativos de la serie de cómics, análogo al del asesinato del “tío Ben” en la serie Spiderman. En este caso, pese al título, no se explora las implicaciones más “oscuras” de esta historia, ni tampoco se apela al humor o la diversión; más bien se pretende presentar un retrato más o menos serio de los dilemas de la paternidad y el liderazgo ejercido por Charles Xavier (James McAvoy) sobre la comunidad de jóvenes mutantes. El resultado es previsible y, pese a la finura de los efectos especiales, aburrido.

No creo que la estrategia de los historietistas para mantener vigentes sus productos, esto es, la repetición incesante de las mismas historias, cambiadas en algunos detalles, o ambientadas con gente más joven, o en otros lugares o incluso en otros “universos”,  vaya a funcionar igualmente bien en el cine. Así como es impresionante ver los cómics traspasados a la pantalla, puestos en movimiento con los recursos tecnológicos actuales, ver la misma historia remozada una y otra vez no resulta muy interesante. Me parece que algunas distancias entre los distintos formatos son inevitables. Los resultados de taquilla de “X Men: Dark Phoenix” lo están comprobando.

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