“La Liga de la Justicia” (mea culpa)

Lo normal es ver los blockbusters de superhéroes -que constituyen la parte más jugosa de la cartelera contemporánea- sin otro deseo que pasar el tiempo, que evadirse de la realidad, que no pensar.

Porque, al final, ¿cuál puede ser la diferencia? Estas películas siempre van de lo mismo, los héroes, sus alianzas y diferencias; los monstruos con los que se enfrentan, sacados a medias de la ciencia ficción y a medias de la mitología y las religiones primitivas; los superpoderes, en qué consisten, cuáles son sus límites; las peleas, las escenas de devastación y peligro, el estallido de miles de luces deslumbrantes.

No puede juzgarse a quienes nos dan esto cuando es justamente lo que fuimos a buscar, ¿o no?

 

Las excepciones y las otras

Sin embargo, algunas películas de superhéroes parecen escapar al cliché y su repetición y darnos, aunque sea tangencialmente, algún premio adicional. Un elemento que nos permita diferenciarlas de otras y ubicarlas en nuestro propio mapa mental.

Por ejemplo, “El caballero de la noche”, que tiene ese Guasón brutal y perturbador, o, por la casa productora rival, “El Hombre Araña 1”, filme que inició este fenómeno por el cual todos queremos convertirnos en una suerte de “nerds”, y que ha permitido a las grandes compañías cinematográficas lucrar como nunca antes. O “Logan”, por salirse del molde, o incluso “Iron Man”, que tenía una trama intrigante y un personaje gracioso. En fin…

Hay otras de estas películas, en cambio, -señaladamente las que no son protagonizadas por un súper héroe en particular sino por un conjunto de ellos- que no poseen un ápice de singularidad, que son un cliché envuelto en un tópico, un estereotipo vuelto a montar, con otros personajes pero la misma estructura agonista, con los mismos recursos narrativos y hasta los mismos chistes (es decir, la misma calidad –que es pésima- de los chistecitos puestos allí para relajar al respetable público).

Para mí este es el caso de todas de “Advengers” y sus truchas “guerras civiles”. Este es el caso de “Batman versus Superman” y, sobresalientemente, el caso de “La Liga de la Justicia”.

Seguramente habrá “nerds” verdaderos que refutarán lo que digo con un estudio detallado y sesudo de lo que significa cada uno de estos títulos para el “universo” DC o Marvel, o sobre la originalidad que reside, por ejemplo, en el hecho de que Batman use un batimóvil Mercedes Benz. Pero todo esto, claro está, me tiene sin cuidado. Pretendo hablar de cine, solamente.

 

Aguando la fiesta

Como aguafiestas que soy me interpongo ante el tan tierno deseo de los veinteañeros y treintañeros de hoy de recordar sus viejos tiempos, cuando eran unos niños gorditos bajo “bullyng” que se consolaban discutiendo cuál Flash había sido el mejor.

Y cualquier aguafiestas que juzgue “La Liga de la Justicia” como otra película “normal” encontrará que: a) supone, erradamente, que los efectos especiales pueden sustituir la ausencia de ideas narrativas; b) supone, con gran impericia, que un malo que parece todopoderoso y al final termina como un penoso gil (un Ultrón dos) puede ser atractivo; c) cree equivocadamente que la gente está encantada de ver una hora de presentaciones de los personajes “nuevos”; d) piensa estúpidamente que ver a Batman humillándose a sí mismo es divertido (o rentable a largo plazo); e) piensa sin sentido que incluir en una cinta a héroes adolescentes neuróticos (uno de ellos Flash, quizá un imbécil) es una genial (¿y original?) maniobra de marketing; f) piensa, finalmente, y por supuesto sin sentido, que poner a una familia como una especie de carnada de los monstruos, a fin de asegurarse de que los buenos tengan algo que rescatar al final (un “algo” que haya establecido cierta empatía con la audiencia) es lo más original que puede haber.

Y así sucesivamente… Pensar que unos guionistas que cobran cientos de miles de dólares y trabajan con todos los recursos imaginables no han podido hacer al menos un par de chistes buenos… (Acuaman le dice a la Mujer Maravilla que es “hermosa”, oh demonios qué divertido).

 

Mi propia medicina

Se me dirá que obtengo lo que busco, que la falta es toda mía, que no espere más de esta clase de exhibiciones, que uno va a ellas a evadirse y a no pensar nada durante dos horas, y en fin, todo esto con lo que comencé estas líneas y que es completamente cierto. Mea culpa.

Aún así, sin embargo, hay veces en que uno puede disfrutar de una película de superhéroes y otra veces, en cambio, señaladamente con estos filmes “de conjunto”, que uno no puede dejar de pensar en el aquí y el ahora (rota toda ilusión y frustrada toda evasión), no puede olvidar que está haciendo un papelón o, mejor dicho, dejando que le tomen el pelo.

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2 comentarios

  1. ¿»Gorditos a los que hacían bullyng»?
    Déjame preguntarte lo siguiente.
    ¿Tú eras uno de los que hacía bullyng a los «gorditos» o eras de los de los que miraba y reía las gracias del payaso abusador de turno?
    Porque es obvio que no has vivido en carne propia lo que es sufrir este tipo de violencia para poder usar ese tipo de referencias y tomarte a broma un tema tan serio.
    Oh y solo para que amplíes tu vocabulario… se considera «nerds» a las personas con un coeficiente intelectual alto.
    A lo mejor querías referirte a los «freaks» o «frikis» como se les llama en España.
    Firma un gordito friki al que le hacían bullyng.

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