“El hijo” y el abismo de la depresión

«El hijo» es la segunda película del director Froilan Zeller y parte de una trilogía de este director sobre relaciones familiares. La primera entrega de esta trilogía, y ópera prima del director francés, es «El Padre», magistralmente interpretada por Anthony Hopkins. Este filme, cargado de angustia y de tristeza desde el principio hasta el fin, logra meternos en la cabeza de un anciano con Alzheimer: cómo piensa, cómo mira el mundo y dónde se acomodan sus recuerdos… Esta película mereció, en justicia, el Oscar al mejor guión adaptado.

La siguiente entrega es “El hijo», que trata de la depresión de un adolescente. Es una película dura, con muchas escenas potentes, pero mucho menos lograda que su antecesora. A favor de Zeller diremos que abordar un tema tan delicado puede resultar difícil. La depresión es una enfermedad cuyos dispositivos cambian de persona a persona. Para algunos, basta el divorcio de los padres, como plantea el guión, como motivo suficiente para caer en una situación desesperada. Parece banal, pero ¿quién puede determinar tal cosa?

Peter (Hugh Jackman), el padre de Nicholas (Zen McGrath), recibe la visita de Kate (Laura Dern) que es su ex esposa y madre del adolescente. Muy afectada, esta le confiesa que no sabe qué hacer con el hijo de ambos. Le cuenta que por dos meses Nicholas no se ha presentado en la escuela y que ella no es capaz de sacarle una palabra del por qué. Le increpa diciendo que su hijo mayor también necesita de su atención (Peter ha creado una nueva familia). Peter habla con Nicholas, este le suplica irse a vivir con él y su madrastra Beth (Vanessa Kirby) y el bebé de ambos. Peter, afectado por sentimientos de culpa, accede de inmediato.

Como era de esperarse, las cosas no son fáciles. Zeller tiene la capacidad de mostrar relaciones familiares realistas, de poner en evidencia que el amor no puede resolverlo todo. ¿Qué hacer frente a un chico deprimido? ¿Cómo comprender lo que le pasa? ¿En qué falló Peter como padre? ¿Cuál es el rol de la madrastra en una situación tan delicada?

Peter, movido por lo que estaba pasando, visita a su padre, rol que interpreta Anthony Hopkins, que en tres minutos se lleva la película. El padre frena todos los reclamos de Peter con preguntas implacables y crueles: «¿Has venido a decirme lo buen padre que eres? ¿Qué quieres?, ¿un aplauso?”.

Los círculos de carestía afectiva se reproducen. De una manera menos torpe, Peter fue igual que su padre: abandonó a su mujer y prestó poca atención emocional al hijo de ambos luego del divorcio.

Peter decide romper con esa herencia y se impone el estar para Nicholas; su estrategia es acompañarlo, minimizando lo que a su hijo le sucede. Kate tampoco es de gran ayuda, pues ella vive en el pasado, en la pregunta constante del porqué de la ruptura o en el recuerdo de lo felices que fueron. Esta es la peor parte de la película, que a momentos cae en el melodrama. Es Beth, la madrastra, la que, por la distancia, logra ver con mayor claridad lo que sucede con Nicholas.

Las actuaciones son superiores al guión, aunque hay que decir que ver a Wolverine (Jackman) en rol de ejecutivo que quiere convertirse en un padre abnegado resulta impostado, excepto por la escena final. Este es el problema, para un actor, del éxito de uno de sus personajes.

La virtud de esta película es mostrar que el drama de la depresión carcome la vida de quienes lo sufren, que muchas veces quienes acompañan este proceso no son capaces de dimensionar el sufrimiento de los que lo viven. Este tratamiento cuidadoso de la enfermedad es lo mejor de la película.

«El hijo» se encuentra en la plataforma Prime.

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