Trenque Lauquen y el nuevo cine argentino

Probablemente Argentina sea uno de los ejemplos más exitosos de la intervención y subvención estatal en la industria cinematográfica. Esa acción se realiza a través de dos líneas de trabajo centrales: proyectos subvencionados a fondo perdido y cuota de pantalla para las películas locales.

Por esa vía, el audiovisual del país hermano ha alcanzado una calidad técnica de altísimo nivel, la que le permite ocupar espacios en distintos tipos de formatos y segmentos cinematográficos. En la televisión contemporánea con productos como División Palermo (2023) El encargado (2022-2024), Nada (2023), o Porno y helado (2022 – 2024), entre varios otros. En el cine comercial de alta gama con títulos como Argentina 1985 (2022), El ciudadano ilustre (2016), y sobre todo Relatos salvajes (2014). Y también en el cine comercial de consumo masivo, sin muchas luces, pero de amplia llegada popular; es el caso de Me case con un boludo (2016), Granizo (2022) o Corazón Loco (2022) entre varios otros títulos.

Mención aparte merece lo que se denomina como el “cine de autor” donde la realizadora Lucrecia Martel, hace tiempo ha ocupado un espacio de importancia mundial con películas como La ciénaga (2001), La mujer sin cabeza (2008) y Zama (2017).

En los últimos años, sin embargo, ha surgido una nueva camada de realizadores que se han propuesto seguir apostando por propuestas personales, a través de productos que pretenden profundizar hasta el límite en ciertos aspectos de la narrativa, sin renunciar al uso de elementos de los géneros cinematográficos convencionales, aunque expresados con frecuencia, con ese lenguaje pausado y lánguido que caracteriza el cine contemplativo. Se trata de cintas de metraje largo, donde el interés que despierta la construcción de las historias, compite con la lentitud del desarrollo de las acciones.

Podemos encontrar la expresión extrema de este tipo de propuesta en La flor (2018), de Mariano Limas, que con sus 808 minutos de duración se ha constituido en la película más larga de la historia del cine argentino. Es una cinta unánimemente elogiada, aunque evidentemente difícil de visualizar; para hacerlo incluso se han escrito varias recomendaciones tipo manual.

En esa misma línea, aunque con un metraje mucho más corto, 182 minutos, se encuentra Los delincuentes (2023) de Rodrigo Moreno, que el año pasado tuvo un recorrido ilustre por diversos festivales de primer nivel, además de ser seleccionada como la representante argentina ante los premios Oscar.

En nuestro caso, Trenque Lauquen, de Laura Citarella, con sus 262 minutos, ocupa un lugar de honor en el podio. A partir de su estreno en el 2022, la cinta tuvo un recorrido exitoso por diversos festivales, y fue elegida en el 2023 como mejor película del año por la célebre revista Cahiers du Cinéma, famosa por haber sido la cuna de varios de los cineastas más talentosos de la nueva ola del cine francés en los sesenta y en estos días convertida en el bastión más firme y extremo del cine de autor.

Divida en dos partes y con cuatro horas y pico de duración ¿es entretenido ver Trenque Lauquen?, la respuesta es sí, con la clara y obvia condición de saber que no nos encontraremos con un producto que no sigue los códigos del cine comercial contemporáneo.

La historia de la película, centrada en la desaparición de Laura, una estudiante de biología, que recolecta plantas en la pequeña población que da título a la película, se sigue con facilidad. El gran mérito de la realizadora es la de haber utilizado los recursos del cine de suspenso, introduciendo algunos elementos de ciencia ficción en la segunda parte, para construir la historia a través de diálogos, situaciones cotidianas, acercamientos personales, etc. Es un ejemplo de cinta donde no existen escenas de acción sofisticadas, o efectos especiales, pero donde se logra mantener el interés merced a la construcción del relato.

En la primera parte nos centramos en la desaparición de Laura, desaparición voluntaria, no forzada, y por tanto en sus relaciones más próximas y su vida cotidiana en la localidad. En la segunda parte descubrimos las razones de su desaparición, y la actividad que realizó una vez que se hubo alejado. En la primera parte, el misterio se centra en el descubrimiento de una historia del pasado, en la segunda, en un misterio del presente. En ambos casos no llegamos al derrotero final del (os) misterios, porque el objeto de la realizadora no es el de develarlos, sino más bien el de realizar una descripción de la personalidad de Laura, sus intereses, temores, etc.

Encontramos la mayor debilidad de la cinta en el lugar menos pensado; en su ilación estructural, ya que está planteada como una sola película, pero tranquilamente podía presentarse como una original y su continuación, dado que la relación entre ambas historias evidentemente es muy débil, aunque probablemente, como señalamos líneas más arriba, ese tipo de estructuración no haya estado dentro del interés principal de la directora.

En la película también está explícito el visibilizar la vida del Buenos Aires rural, distinto y opuesto del Buenos Aires urbano; ahí están la radio, los vecinos, los políticos corruptos. Y también en la construcción de Laura probablemente encontremos elementos descriptivos de la propia directora, en ese sentido, las menciones reiteradas a la revolucionaria y teórica rusa Alejandra Kollontai, y a Lady Godiva, la célebre desnudista inglesa del medievo, no son casuales.  

En el cine de autor, en el comercial, en el streaming televisivo, la Argentina muestra tener una presencia mundial respaldada por una altísima calidad. Justo el instante en el que el señor Milei y sus asesores discuten los modos de desmantelar los mecanismos de apoyo estatal al cine.

¿Dónde encontrar películas como Trenque Lauquen, Los delincuentes o La flor?, una buena opción es la plataforma española de streaming Filmin, y si no se tiene acceso existe la alternativa de adquirirla (hacérsela “bajar”) en una tienda especializada de películas.

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