Apuntes sobre El atentado del siglo: Utoya, Ted Bundy: Durmiendo con el asesino y Spiderman: Lejos de casa
Tres películas remarcables
Los que gustamos ver las películas en las salas cinematográficas hemos tenido suerte las dos últimas semanas. La cartelera estuvo mejor que de costumbre; incluyó tres películas dignas de atención y aplauso, en dos géneros distintos: la fantasía de superhéroes (Spiderman: Lejos de casa) y la reconstrucción de hechos verídicos (El atentado del siglo: Utoya y Ted Bundy: Durmiendo con el asesino). Incluso tuvimos la oportunidad –así fuera efímera, como suele ser en estos casos– de ver una película noruega de trayectoria, este Atentado del siglo… Para celebrarlo, les presento algunos apuntes críticos sobre las tres películas:
El atentado del siglo: Utoya
El filme del director noruego Erick Poppe también se tradujo como Utoya: 22 de julio. Es que en esta fecha, hace ocho años, se produjo el peor atentado terrorista de la historia de este país, que el filme reconstruye. Un ultraderechista disparó sobre los jóvenes que acampaban en la isla Utoya; muchachos que murieron en masa por el solo pecado de pertenecer o estar relacionados con el Partido Laborista, esto es, con la izquierda tolerante con la inmigración extranjera.
La Policía tardó inverosímiles 77 minutos en acudir al lugar, por lo que el sufrimiento de los chicos amenazados y sin un lugar seguro donde esconderse se prolongó durante todo este tiempo. La película se centra en esta particularidad de este atentado y nos muestra lo que significó para las víctimas, en horror y en tragedia; para ello presenta una sola y única secuencia de igual tiempo de duración que el tiroteo, desde que este comienza hasta que finalmente llega la ayuda. Se ha considerado: “una proeza técnica”.
El método es arriesgado, ya que solamente presenta la perspectiva de la chica protagonista, pero logra su objetivo de introducirnos en la escena y trasmitirnos la confusión, el miedo y desesperación que campeaban en ella, así como el valor y el deseo de sobrevivir de los chicos.
Una nota crítica: Lo que película hace con sus personajes –ficticios– resulta cuestionable, yo diría que “manipulador”; demasiado para un audiencia agotada de sufrir durante 77 minutos continuos.
Ted Bundy: Durmiendo con el asesino
Este filme del director Joe Berlinger, famoso por sus documentales de casos policiales, se llama originalmente Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile, es decir, “Extremadamente malvado, abrumadoramente perverso y vil”. Es una descripción de un asesino en serie, pero que no parece calzar con Ted Bundy (muy bien interpretado por el especialista en musicales Zac Efron), quien sin embargo mató a más de 30 mujeres, al mismo tiempo que mantenía una familia aparentemente normal con una chica y su hija.
La trama se detiene apenas en los asesinatos y en cambio se centra en el abismo de esta incoherencia, a partir del relato de los curiosos hechos del procesamiento judicial de Bundy, causados por su extraña personalidad, y el del punto de vista de su mujer, que, igual que el espectador, pasa de no saber si creer o no en su culpabilidad a estar convencida, aunque sin que esto implique una explicación de lo sucedido.
Nota crítica: La película deja completamente de lado la cuestión de los móviles de Bundy. Lo presenta como si este hubiera sido extremely wicked, shockingly evil and vile solo porque sí, por un suerte de defecto genético, en cuyo caso nadie estaría libre de un comportamiento similar. La interpretación latente es de tipo religioso: el diablo puede vivir entre nosotros.
Spiderman: Lejos de casa
Los asuntos de los dioses, puesto que no incluyen la mortalidad, nos resultan radicalmente ajenos. ¿A quién puede interesarle una pelea, por muy tremebunda que parezca, en la que nadie va a resultar herido y no existe ningún peligro real? Por esto han fracasado las distintas versiones del indestructible Superman y, por la misma razón, los guionistas se esfuerzan en presentar a los “súper” como seres vulnerables, normalmente de forma impostada y poco efectiva. En cambio, cuando los superhéroes pueden perder, como frente a Thanos en las dos últimas películas de Avengers , el interés de sus aventuras se incrementa exponencialmente.
El último Spiderman tiene en este sentido una importante ventaja: a pesar de su fuerza y agilidad arácnidas, solo es un adolescente que no puede manejar las “grandes responsabilidades” asociadas a su mutación. Así que se muere de ganas de pasear por Europa con sus amigos y enamorar con su “chequeo” Michelle Jones.
Tal es la trama de esta película, que tiene una ventaja de escala: luego de los escenarios excesivamente cósmicos de la serie Avengers, esta se realiza “lejos de la casa” de Peter Parker (Tom Holland), pero en la casa común de todos nosotros, el planeta Tierra, y en el presente.
La verdadera virtud de la película, sin embargo, no reside en estos elementos que finalmente son externos a ella, sino en el buen humor, robustamente adolescente, del que está colmada.