Pecadores descafeinados
Pecadores, cinta de vampiros dirigida por Ryan Coogler, se estrenó con enorme éxito de crítica y público, en salas abiertas, en abril de este año, y rápidamente, hace tan solo diez o quince días se estreno en una plataforma de streaming. La película, elogiada en un consenso casi absoluto, es considerada vanguardista, imaginativa, “distinta” a las películas de terror tan en boga en esta época.
De los calificativos mencionados en las últimas líneas, podríamos coincidir en el de “distinta”. Es verdad, Pecadores tiene elementos que la diferencian del común del cine de terror y que también reflejan la intención de ser diferente, de ser una obra de “autor”.
Uno de los principales elementos diferenciadores de la película es el del uso de la música; no llega a estructurarse como un “musical” específico, en la medida en que las canciones no ocupan el lugar de escenas en la construcción argumental, sin embargo, podríamos decir que “casi”. En un inicio un texto en off nos dice de manera más o menos textual que “la música ejecutada por virtuosos, trasciende la “diferencia entre vivos y muertos”, y el mismo texto se repite en los tramos finales, como queriendo justificar algo. Y es que tanto vampiros – villanos blancos, como aldeanos – victimas negros, son excelentes ejecutores de instrumentos musicales y cantantes, interpretando temas que quieren estar conectados a los momentos culminantes de la historia.
También en la “variedad” temática, se notan las ambiciones de Coogler; además del conflicto principal de la trama, centrado en el terror, la película quiere reflejar las tensiones y diferencias raciales desde distintas perspectivas (violencia racista, amores interraciales, etc.). Y finalmente también pareciera que quiere reflejar una cierta “identidad” cultural, de la zona sureña en la que se desenvuelve, y evidentemente, es en esta última intención en la que tiene más éxito.
El problema de Pecadores, más allá de todas sus intenciones e ideas, es que falla en lo que define si una película es buena o no: la fidelidad a la promesa que ella misma hace. Y en este caso, no termina siendo una buena cinta de terror porque su historia está mal hilvanada.
Temas como la presencia del Ku – Klux – Klan, con balacera incluida, no solo son tremendamente forzados, sino que resultan incoherentes en relación a la trama restante.
La película, sobre todo en la primera parte, desarrolla bien sus personajes, pero en la segunda, el momento de la acción, falla en la construcción del suspenso y la verosimilitud del conflicto (personajes que no reaccionan, ataques de vampiros que se detienen sin razón alguna, etc.).
Ryan Coogler viene del cine comercial de gran presupuesto; dirigió la primera película de la serie Creed (2015) y luego las dos películas de Black Panther (2018 – 2022). En las tres actuó, Michael B. Jordán, protagonista también de Pecadores.
En este caso el realizador ha intentado introducirse al cine de “autor”, y a nuestro juicio, el resultado ha sido deficiente. Mucho ruido y pocas nueces, muchos fuegos de artificio, y una narrativa pobre y desigual.