Avatar: La leyenda de Aang en Netflix
El término “live action”, ha comenzado a usarse a menudo en el lenguaje de la industria audiovisual. En el genérico hace honor a la traducción literal del inglés: “acción en vivo” (historia encarnada por actores de carne y hueso), y en lo especifico, se está utilizando para identificar a los productos rodados en esas condiciones (en live action), que adaptan cintas que originalmente se hicieron en dibujos animados.
El aparato cinematográfico; las compañías de producción, pero sobre todo las plataformas de streaming, urgido de productos para renovar su programación día a día, se ha convertido en un auténtico devorador de contenidos. Disney, por ejemplo, que tiene una larga lista de películas de dibujos animados en su catálogo, ha comenzado a largar periódicamente versiones “live action” de sus viejos éxitos: El Libro de la selva (1994), 101 Dálmatas (1996), La cenicienta (2015) y La sirenita (2023), son algunos, entre muchos otros ejemplos.
Netflix, otra gran devoradora de contenidos de toda índole, al parecer también ha decidido lanzarse a la producción de versiones “live action”, aunque en este caso basadas en mangas y series de animación. En agosto del año pasado lanzó One Piece y ahora ha estrenado la nueva versión de Avatar: La leyenda de Aang.
El original de Avatar, producido en dibujo animado, se emitió en Nickelodeon, canal de cable hermano de MTV, en tres temporadas, de 2005 a 2008, con una enorme repercusión.
La serie, como todos los productos exitosos de su tipo, tuvo la capacidad de crear un universo coherente. Un mundo donde los seres se dividen por su filiación a una de cuatro categorías básicas: fuego, agua, tierra y aire, y donde en cada una de ellas, hay maestros que dominan el elemento en forma individual. Existe, sin embargo, un maestro superior: el Avatar, que se reencarna permanentemente a través de los siglos, que domina los cuatro a la vez, y que se encarga de mantener el equilibrio. Por x o z circunstancias, nuestro avatar se pierde cien años y cuando retorna, todavía siendo niño, se encuentra con que los maestros del fuego han conquistado de manera cruel el mundo. Ahora él, a la vez que aprende a dominar los elementos, debe luchar para deshacer el entuerto creado en su ausencia.
En principio la serie pareciera no diferenciarse de varios productos similares (niño – joven acompañado por amigos, que hace un viaje iniciático con el propósito de salvar el universo conocido), pero la gran virtud de esta historia se encuentra en la relación que Aang establece a lo largo de las tres temporadas con su rival Zuko, otro joven algo mayor que él; hijo del malvado rey de los maestros fuego. Zuko, es un ser torturado, y también a su manera es una víctima. Ha sido castigado injustamente por su padre, exiliado y condenado a vagar por los océanos, hasta encontrar a Aang y eliminarlo. Solo de esa manera podrá redimirse y retomar su lugar en el trono, junto a su progenitor.
Más allá de las batallas, peleas, efectos especiales y de las otras tramas secundarias desarrolladas en el metraje, la evolución de la relación confusa y contradictoria entre los dos jóvenes, es la que constituye el principal atractivo de la propuesta.
Junto a Ang y Zuko, se encuentran otros personajes interesantes; especialmente Iroh, tío de Zuko, hermano del malvado señor del fuego. Se trata de una suerte de héroe de guerra pacifista, con alguna (muy leve) reminiscencia de la cultura hippie, que es el concejero de cabecera de Zuko y que contrasta con el entorno fuertemente marcial.
¿Recupera la versión Netflix de 2024, la riqueza argumental del original de Nickelodeon de 2005?, después de ver la primera temporada (igual que en el original, parece que en este caso la serie se desarrollará en un arco de tres temporadas), podríamos decir que solo parcialmente. El problema pareciera estar en que los ocho capítulos de la actual propuesta, simplifican demasiado algunos aspectos de la historia original (a pesar de que la duración neta de ambas propuestas es la misma, ya que los capítulos de animación, veinte en total, duraban 24 minutos cada uno, y en este caso los capítulos de “live action”, ocho, duran 60 minutos cada uno).
En ese sentido vale la pena recordar que también esta historia tuvo una adaptación cinematográfica; Avatar, The last airbender (2010), dirigida por un realizador célebre como M. Night Shyamalan, que fue un sonoro fracaso, debido precisamente a su excesiva solemnidad y simplismo en el planteamiento.
¿Vale la pena ver la nueva versión de Aang? Creemos que sí, si te gustan las propuestas de aventuras, no buscas exclusivamente cine trascendentalista, y sobre todo si tienes nostalgia de la versión anterior. La recomendación además se extiende a One Piece, que al margen de si conoces o no el manga original, es un magnífico producto de acción y comedia por sí mismo.