Las mariposas negras en Netflix
Se trata de una de las mejores propuestas televisivas que se pueden encontrar en la oferta de Netflix, pero si usted no esta suscrito, sin duda no tendrá dificultades en lograr que en alguna tienda especializada en películas o se la vendan (si la tienen), o “se la bajen”, otra de las cuestionadas ventajas que nos brinda la virtualidad.
El nacimiento de las plataformas de streaming, especialmente de Netflix, supuso en su momento una apertura a la diversidad de propuestas, especialmente televisivas. La necesidad de contar con una gran cantidad de productos y de ganar presencia en el mercado mundial, hizo que dicha empresa pusiera en sus listas productos que en ese momento eran imposibles de visualizar en la televisión establecida, dominada por la producción norteamericana.
Sin embargo, la variedad, nacional y estilística lograda en un principio, se ha ido transformando con los años. Se ha mantenido lo que podríamos denominar como una “multinacionalidad”, dado que los productos siguen procediendo de diversos lugares del mundo, pero el “estilo” se ha ido uniformizando. Se produzcan donde se produzcan, las propuestas tienden a parecerse al modelo norteamericano. Un buen ejemplo de lo dicho, lo constituye la exitosa La casa de papel (2017-2021), donde evidentemente, lo menos español, es la forma de contar la historia.
Las mariposas negras destaca por lo contrario. Su planteamiento narrativo encaja con la larga tradición del cine negro francés; no solo por los planos largos y el ritmo pausado, sino también por el contexto gris, decadentista, dotado de una fuerte dosis de ambigüedad moral.
Adrián un joven escritor estancado en su tarea creativa, es contratado por un anciano para que escriba sus memorias. Y a partir de ese instante, el protagonista de manera casi literal comienza un duro descenso hacia los infiernos.
Pero la ligazón de Las mariposas negras, con su larga tradición cinematográfica nacional, no solo esta en la construcción formal, sino también en las ambiciones temáticas. El moderno thriller norteamericano, nos ha acostumbrado a que el suspenso dependa de temas simples: ¿se atrapará al asesino?, ¿el robo saldrá bien?, ¿en la trama planteada quien será el burlador y quien el burlado?, etc., etc.
Las mariposas negras quiere ir más allá: toda su trama gira sobre la pregunta de si los pecados, se heredan de padres a hijos, y de si, por tanto, el destino ya está predeterminado por lo que tiempo atrás hicieron nuestros progenitores. Una idea vagamente emparentada con algunas de las tendencias “para – filosóficas”, surgidas en los últimos años a la vera de influencias tan diversas como las del psicoanálisis o el budismo (pensemos por ejemplo doctrinas como la de la “regresión”, o la de las “constelaciones”, tan en boga en algunos sectores sociales).
En consecuencia, con su hipótesis central, la serie nos plantea que el destino esta marcado, definido con anterioridad y que no se puede alterar. De ahí que uno de los aspectos más atractivos del guion, se encuentre en que en los primeros capítulos desarrolla hilos que aparentemente no tienen ninguna conexión entre sí, pero que a medida que va avanzando la trama, aparecen pe entrelazados. Sobre esa base también, se van produciendo los giros en la historia de tal manera que en forma efectiva nos vamos sorprendiendo, en la medida en que el rompecabezas planteado por los realizadores va tomando forma.
Uno de los modelos más usados del thriller se basa en personajes que “no son lo que parecen”, y que de un momento a otro muestran su verdadera identidad. Lo que ocurre con los personajes protagónicos de la serie, es que, a largo de los capítulos, sus personalidades van revelando lentamente nuevos matices, y aproximándose a eso que de manera genérica podríamos denominar como “el mal”.
De igual manera, el desarrollo de la historia hace que el acercamiento hacia el crimen sea natural y que al igual que el protagonista, vayamos aceptando finalmente los excesos.
Se podría criticar a Las mariposas negras, diciendo que, sobre todo en los capítulos finales, fuerza demasiado algunas definiciones, pero en todo caso es un pecado venial en una propuesta que nos permite salir de un universo de productos reiterativos.
El streaming que se ha convertido en el amo y señor de la producción audiovisual tiende a homogeneizarla “globalmente”. Las mariposas negras, siendo una excepción a la regla, hace que nos interroguemos sobre los caminos posibles para lograr el desarrollo de narrativas propias.