Misión imposible: sentencia mortal – Parte 1
Tom Cruise está salvando, “en algo”, al cine de aventuras. No solo porque sus dos últimas incursiones en el género resultaron superéxitos globales de taquilla (Top Gun: Maverik – 2022, y la que comentamos en la presente nota), sino porque son narrativamente superiores a la voluminosa cantidad de títulos de este tipo, que se estrenan en el cine contemporáneo.
Las películas de aventuras/acción son las favoritas del gran público, y este hecho se ha traducido en una cantidad impresionante de dinero invertido por las grandes plataformas, en cintas intrascendentes, abultadas en metraje, superestrellas y presupuestos grandilocuentes, que fácilmente pueden ser olvidadas tras el fin de semana de estreno. ¿Alguien se acuerda de títulos como Triple frontera (2019), Tyler Rake (2020), La vieja guardia (2020), Alerta roja (2021) y El agente invisible (2022)? Son unos pocos ejemplos, de un cine donde pululan nombres como los de Chris Evans, Gail Gadot, Ryan Gosling, Ana de Armas o Dwayne Johnson, y que cuenta con presupuestos tales que sin duda harían palidecer de envidia a cualquiera de los gobernadores y alcaldes de nuestro país, incluyendo los de las ciudades grandes.
¿Cuál es el problema de este tipo de películas?, que al final resultan siendo una mezcla informe de clímax cinematográficos puestos uno detrás de otro sin parar (una especie de versiones audiovisuales de la estructura de Macarena, la popular canción de Los del Río lanzada en los 90). En general sus historias son remedos de las tramas de los clásicos del género, especialmente de un puñado de títulos de Hitchcok; y en cuanto a la estética, en la que sobresale una fotografía tipo spot publicitario de la era digital, son indiferenciables unas de otras.
Una variante de esta tendencia se encuentra en las cintas que se especializan en mostrar coreografías de acción, relativamente bien trabajadas, una detrás de otra (en el mismo formato “macarena”). El mejor ejemplo de esta “sub-tendencia” se encuentra en la exitosa saga de John Wick (2014-2023), en la que el aburrimiento avanza fluidamente minuto a minuto, entre la infinita cantidad de muertos.
Las últimas cintas de Cruise, no son obras maestras y tienen un ritmo trepidante, pero los personajes están bien trabajados y el arco evolutivo de la acción esta estructurado in crescendo, de acuerdo a los distintos momentos marcados en la estructura narrativa.
Uno de los mayores aciertos del guion se encuentra en el tratamiento del (os), antagonista(s). En la historia hay un supervillano, pero apoyado en varios “sub villanos” secundarios, que están presentados de tal manera, que, en vez de distraer, más bien refuerzan el rol del principal. Esa decisión argumental, potencia la historia de tal manera que incluso justifica el que la cinta se corte a mitad de la trama, en espera de la segunda parte. Queda para más adelante, el análisis sobre como en el audiovisual contemporáneo, los formatos de largometraje y miniserie televisiva, se van pareciendo cada vez más.
Un atractivo que se añade, presumo, en forma accidental a la cinta, es el de la actualidad de la temática; en todo caso parece difícil pensar que los productores hayan previsto el actual auge de la inteligencia artificial, antes de la pandemia, cuando empezaron a trabajar la película.
Podría criticarse a Misión imposible: sentencia mortal Parte 1, por tener algunos trazos gruesos e inconsistencia en algunas partes de la trama; y en ese terreno resulta especialmente forzada la relación planteada en el pasado entre el héroe y el sub – villano principal, la que hemos visto miles de veces en este tipo de películas. Sin embargo, dichas desprolijidades quedan disimuladas por el espectacular armado de las escenas de acción y uno que otro toque adecuado de humor; es especialmente simpática la secuencia de persecución en el pequeño auto fiat, parodia de las múltiples escenas de este tipo que se ven en las películas del género.
Claramente Misión Imposible: sentencia mortal Parte 1 y Top Gun Maverick, tienen el sello del “cine de productor”. Es la megaestrella la que señala el horizonte narrativo de la propuesta, a la que se acomoda el resto del equipo creativo, incluyendo al director. Esto queda claro cuando vemos la filmografía de Christopher MacQuarrie, realizador de la primera, un guionista de éxito, pero cuya carrera como realizador prácticamente se circunscribe a productos hechos al servicio de Cruise (Jack Reacher – 2012, Misión Imposible: Nación secreta -2015, Misión Imposible: Fallout – 2018), y también parece ser el caso de Josep Kosinski, el director de Top Gun Maverik.
¿Le gusta a usted disfrutar del cine entendido como un medio de distracción sin grandes pretensiones, pero con un mínimo de calidad que no insulta su inteligencia?, su oportunidad está en estas cintas, oportunidad cada vez más escasa en el universo del cine comercial contemporaneo.