ALTERED CARBON Y DE ANIMALES A DIOSES. Escudriñando en el futuro mediato
Lo que tienen en común la serie de ciencia ficción Altered Carbon (2018), producida por Laeta kalogridis y emitida por Netflix, y el ensayo histórico De Animales a Dioses del profesor israelita Yuval Noah Harari, es que ambos hablan sobre el futuro mediato de la humanidad, partiendo de los avances tecnológicos más recientes. La semejanza acaba ahí, pero no importa; el tema es lo suficientemente interesante, como para tratar de profundizarlo en la medida de lo posible.
Preparándonos para la eternidad
El libro de Harari nos dice (con buenos argumentos históricos y científicos) que estamos al borde de que la humanidad llegue a un estado de “amortalidad”. Es decir que los seres humanos, o por lo menos una porción de ellos, ya no moriremos de enfermedades en los próximos decenios; si lo hacemos será por accidente o algún tipo de violencia premeditada. Por su parte Altered Carbon, que está basada en una novela escrita en el 2002 por Richard K. Morgan (nueve años antes de la publicación de De Animales a Dioses), nos describe un mundo donde ya ha ocurrido lo que el libro predice: la tecnológica ha logrado que se pueda trasplantar los cerebros de una persona en los cuerpos de otra, y por tanto la vida puede llegar a ser eterna.
Seriales como Black Mirror (2011 -2017) o películas como Ready Player One (2017) nos hablan en distintos tonos, de la influencia de la revolución tecnológica en la vida social en el futuro próximo (en realidad algunas de sus predicciones ya han comenzado a materializarse). En cambio, De Animales a Dioses y Altered Carbon tratan de visualizar los efectos de la misma a largo plazo.
La tesis expuesta en De Animales a Dioses, es sencilla, pero prácticamente indiscutible: nos encontramos en el primer momento de la historia de la naturaleza en el que la vida se ha comenzado a crear por diseño (en forma artificial) y no por competencia (en forma natural). Eso abre las puertas a realidades insospechadas; no solo se trata de que en el futuro los humanos no moriremos por enfermedades, sino que podremos alterar nuestra genética a voluntad. Cambiar de brazos o piernas será tan común (y más fácil) que el hacerse implantes dentales hoy en día. La posibilidad de trasladar la inteligencia humana a una computadora, abrirá la posibilidad de crear seres no individuales, vinculados de manera orgánica (no es ficción, según Harari hay un proyecto de la Unión Europea de miles de millones de dólares en curso en este momento, con ese objetivo). El profesor israelí finalmente plantea que este puede ser el paso a una nueva “singularidad” en la evolución de la materia, una realidad todavía inimaginable (algo así como la existencia anterior al Big Bang).
La Desigualdad Eterna
Solo en las líneas finales Harari reflexiona en su texto, de pasada, sobre las consecuencias sociales de este sendero. Esos efectos sin embargo son visualizados en forma más completa en Altered Carbon. La tecnología de por si no crea la felicidad para todos; sus avances lo que harán en realidad es acentuar la brecha social (y en este caso genética). En la serie, la diferencia en la expectativa de vida que hoy existe entre países “pobres” y “ricos” (unos veinte años aproximadamente), se ha acrecentado en el futuro, hasta constituir dos humanidades distintas; la que disfruta de los beneficios de la planeación (y manipulación genética), y la que se encuentra en las condiciones actuales (los humanos de hoy, convertidos en subhumanos del futuro).
Obviamente toda predicción histórica con tal nivel de exactitud es debatible; entre las posibilidades a futuro también hay otras: que la humanidad implosione por el propio peso de las desigualdades (como ocurrió antaño con el Imperio Romano, ahogado por los barbaros, o más recientemente con la Unión Soviética victima de su ineficiencia), o que simplemente el planeta colapse como fruto del deterioro ambiental y/o la guerra nuclear. En todo caso la dirección en la que se orientan los trabajos reseñados, no es incompatible con estos otros escenarios.
De Animales a Dioses, sorprende por la sencillez con la que Harari brinda un retrato global acerca de la evolución humana. Los capítulos más impactantes son aquellos en que describe nuestro inicio en el que los homo sapiens nos impusimos a las otras especies humanoides copando el planeta, y los últimos (reseñados en este texto), que hablan de nuestra transformación a futuro. En el medio el autor explica los roles que la política, la religión y el dinero jugaron en el proceso; allí sus opiniones tienen mayor vulnerabilidad.
Altered Carbon sorprende por su construcción visual, que quiere emular a clásicos como Blade Runner (1982). Evidentemente logra generar la estética de un mundo nuevo, pero encuentra dificultades en el desarrollo de la trama argumental. Los responsables de la serie se engolosinan en exceso, con la posibilidad de giros argumentales que les brinda su eje temático (el cambio de cerebros a cuerpos extraños) y finalmente generan cierto cansancio por la reiteración.
De Animales a Dioses ha sido un éxito internacional, lo que ha motivado a su autor a lanzar una segunda parte: Homo Deus. Por su parte Altered Carbon tuvo una recepción discreta, inferior a la expectativa previa generada por sus productores, sin embargo, a pesar de ello, tendrá una segunda temporada. Será interesante revisar ambas prolongaciones, en un momento histórico en el que el futuro “se vive” cada vez mas intensamente, pero se “reflexiona” cada vez menos.