Fundación, la adaptación posible

Lo primero que hay que decir es que Fundación (2021-2025), la serie de televisión exhibida por Apple Tv, es uno de los productos más relevantes en la ciencia ficción de los últimos años; primero, por la envergadura de su producción, y luego por una calidad narrativa destacable.

Y luego, la reflexión da pie para que podamos indagar sobre las posibilidades y las formas de adaptación de obras literarias de envergadura, como la de la saga de libros publicada por Isac Asimov en la década de los cincuenta, que por mucho tiempo se considero “imposible” de llevar a la pantalla, por lo cual no resulta sorprendente, que recién 70 años después de su presentación, recién haya dado el salto a la imagen del movimiento, mas aun cuando se trata de una de las obras de ciencia ficción más influyentes del anterior siglo.

¿Dónde radica la dificultad en la adaptación de la serie de novelas?, básicamente en que no tratan de historias de personajes en determinada época, sino más bien de la descripción de la época en su conjunto, en la que los personajes tienen apariciones relativamente breves en los diferentes segmentos desarrollados por los libros. La base del relato del escritor norteamericano, de origen ruso, se encuentra en el desarrollo de la “psicohistoria”, una metodología científica que permite predecir el futuro de la sociedad a grandes rasgos.

Queda claro que cuando Asimov escribió sus novelas, el marxismo y por tanto el “materialismo histórico” estaban en un momento de apogeo (la URSS se había consolidado como la “otra” potencia del mundo). De ahí que la idea de poder “predecir” el futuro de la humanidad, mediante la teoría científica era un hecho que en los círculos intelectuales se daba por probado. Por supuesto que en los textos no hay ninguna referencia explicita al marxismo, pero dado el contexto no hay dudas de que la “psicohistoria” era una variante del determinismo histórico marxista.

En las tres novelas originales que componen la saga, Asimov aplica la psicohistoria al periodo de declive del Imperio Galáctico, (temática inspirada en la decadencia del Imperio Romano). De esa manera Hari Seldon, personaje fundamental en la formulación de la trama, ya que es quien formula la idea e inicia el ciclo de las fundaciones, solo aparece en los capítulos iniciales de la primera novela, y luego esta, y el ciclo en general, van describiendo periodos históricos diversos, que tienen protagonistas distintos en cada momento especifico.   

La principal dificultad a enfrentar por parte de David S. Goyer y Josh Friedman los responsables de la adaptación de la serie, precisamente fue esa (la inexistencia de personajes protagónicos permanentes), y ´ese es precisamente uno de los principales cambios respecto a las novelas de la saga; alarga personajes, cambia su carácter en profundidad, y en algunos casos inventa otros.

Seldon en la primera novela, moría y luego dejaba grabaciones para reaparecer en momentos históricos clave. En el caso de la serie, merced a los avances que conocemos respecto a la IA y la clonación, el científico se convierte en un personaje permanente. Gaal Dormic, convertida en mujer y merced a las técnicas de criogenización se convierte en la principal protagonista de la serie, a lo largo de cientos de años, y Salvor Harding, siendo un político sagaz en el original, se convierte en una guerrera de diversos atributos en la versión televisiva. Queda claro también que la numerosa transmutación de personajes hombres a mujeres, revela otra de las diferencias centrales entre la época en que se escribieron las novelas, y la actual.

Otro de los cambios centrales el a formulación de la propuesta se encuentra en el papel otorgado al “Imperio”. En las novelas su rol es menor, pero en la serie crece como contrapunto de la Fundación. En la adaptación televisiva el Emperador Cleón se ha convertido en una “dinastía genética”, es decir en un individuo que se va clonando permanentemente a través del tiempo, y que además está “dividido” en tres: un clon joven, otro adulto y un anciano. De esa manera se garantiza su permanencia en la trama.

Finalmente, otro cambio central es el de Eto Demerzel, el robot – primer ministro, que en el caso de la serie se convierte, en una suerte de matrona – amante – y finalmente dictadora, en la corte de los cleones, cargando el enorme conflicto suscitado entre su comprensión de la psicohistoria y su deber de fidelidad a los “cleones”, que se encuentra en su programación.

¿Es fiel la serie a la saga de novelas?, solo parcialmente; en sus capítulos podemos avizorar lejanamente el sentido de la “psicohistoria”, pero no en la forma contundente en que la relataba Asimov. ¿Esta bien construida narrativamente la serie?, si, y tiene un fuerte acierto, sobre todo en la tercera temporada, al profundizar los conflictos existenciales de los personajes (especialmente de los “Cleones” y Demerzel”). Y es impresionante también la calidad y la magnitud de la producción, que nos hace pensar en Apple TV, o como un proyecto de larguísimo plazo en el que se está invirtiendo sin esperar ganancias inmediatas, o en un divertimento de los ejecutivos de una empresa que tiene ganancias abundantes en demasía, y que por casualidad son amantes del buen cine y la buena televisión.

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