LA CASA DEL DRAGON
La Casa del Dragon, serial de diez capítulos estrenada este año por HBO, gano el globo de oro a la mejor serie dramática en la premiación realizada hace unos días. Y si hacemos un rápido repaso al conjunto de la producción estrenada en el rubro en este 2023, convendremos en que era una de las mejores opciones.
El “gancho” de la serie es la de ser la precuela (continuación comercial en realidad), de Juego de Tronos (2011-2019), una de las propuestas de mayor impacto de la televisión en la última década. La Casa del Dragon, recupera los elementos centrales de la primera, pero se “aggiorna”, se estiliza en algunos aspectos y le da más importancia al aspecto “ideológico”, manteniendo un altísimo nivel de construcción narrativa, que alcanza algunos momentos culminantes tanto en el desarrollo dramático (el capítulo 8), como en los giros del suspenso, enlazado con escenas de acción de primer nivel (excelente capitulo 10).
Juego de Tronos, tuvo la virtud de acercar la fantasía a un nivel terrenal, utilizando el contexto de las intrigas políticas del primer feudalismo: aquel donde el poder estaba descentralizado en distintas casas nobiliarias, que se aliaban o se enfrentaban, en un equilibrio precario. Por otra parte, la propuesta ganaba riqueza merced a una violencia y una sexualidad crudas, novedosas en la televisión de esos años (y hoy a punto de desaparecer, merced a la ola neoconservadora que se va esparciendo por el mundo). Un cierto nivel de cinismo controlado (ya que todos sabíamos que indefectiblemente el “bien” iba a triunfar en última instancia) y personajes de una complejidad psicológica admirable, terminaban de afinar el producto.
La Casa del Dragon, recupera el contexto, aunque en este caso sustituye las intrigas globales”, por los conflictos internos de la casa principal en la época, la de Targaryen. El morbo que rodea las distintas relaciones políticas de ese mundo, donde se mezclan adecuadamente los ámbitos familiares, sexuales, etc., es uno de los grandes atractivos de la propuesta.
El hilo conductor de la historia siempre es la obtención del poder, y el juego argumental desarrollado por los guionistas, se interroga sobre los limites morales que los personajes están dispuestos a cruzar para obtenerlo. En el caso de esta serie, por ejemplo, la protagonista (que goza implícitamente de nuestra simpatía) es capaz de recurrir en determinados momentos a instrumentos tales como el asesinato de un ser querido, el trueque sexual, o el incesto para lograr sus propósitos.
Pero la principal novedad de la serie es la de plantearse como una lucha de poder “entre mujeres”; las que lo disputan con diferentes visiones de la vida a cuestas. En uno de los diálogos más importantes de la serie, la princesa Rhaenys, que perdió el trono años atrás por ser mujer, increpa a la reina consorte Alicent diciéndole: “tú siempre has peleado por el poder, pero para los hombres: para tu esposo, para tu padre, o para tu hijo”. Por el contrario, su sobrina, la princesa Rhaenyra lo disputa para si misma, por lo que es de manera natural, nuestra heroína. Alicent cree realmente en su virtud, pero esconde sus acciones tras la formalidad (expresa su sexualidad a mediante la masturbación, asesina por intermedio de otros, etc.), por el contrario, Rhaenyra en sus excesos es franca y atrevida.
Los hombres en La Casa del Dragón son seres fallados o incompletos: El rey Viscerys es razonable pero débil, por el contrario, su hermano Daemon fuerte pero irracional y excesivo. En los otros casos nos encontramos con personajes ambiciosos y/o torpes.
La recientemente finalizada Better Call Saul (2015 -2022), se convirtió en los últimos años en un ejemplo virtuoso, de un spin off, derivado de Breaking Bad (2008-2013), que supo desarrollarse de manera distinta a la serie original, alcanzando, sin embargo, alturas creativas similares. En las próximas temporadas podremos saber si La Casa del Dragón podrá seguir un camino parecido, por de pronto basta saber que se encuentra entre lo mejorcito de la cartelera.