Los supervillanos no pagan
Hace pocos meses, la división cinematográfica de Sony anunció que la producción de películas de supervillanos de Spider-Man había terminado y que se concentraría en nuevas versiones del Hombre Araña en sí mismo. Se sabe que en 2026 se viene “Spider-Man: Brand new day”, que aún no sabemos cómo se traducirá al español y también una serie animada con el Hombre Araña latino (Morales, creo que apellida). Las razones de esta decisión son el fiasco de “Morbius”, “Madame Web” y “Kraven, el cazador”, las últimas películas del llamado Universo Spider-Man de Sony . De todos los supervillanos que Sony pasó de secundarios a protagónicos, solamente Venom fue exitoso en taquilla y logró tres películas. Pero Venom ya cumplió su ciclo comercial. Así que a otra cosa mariposa.
La razón por la que Sony se dedicó durante más o menos una década a los supervillanos del Hombre Araña es que la trasnacional solo tiene los derechos de esta historieta de Marvel Comics, firma que en su conjunto pertenece a Disney. Antes de ser comprada por la compañía de Mickey Mouse, Marvel había vendido el Hombre Araña a los japoneses. Estos, para rentabilizar aún más su propiedad, decidieron convertir a personajes como Kraven –que en los cómics era claramente un malvado que se ataviaba con las pieles de los animales salvajes que cazaba– en una suerte de héroes, quizá ambiguos, pero héroes al fin. A Venom le sacaron un gran sentido del humor. Kraven se convirtió en un defensor de animales y de la naturaleza, y un cazador de grandes criminales. Calypso Ezili, una hechicera vudú más bien terrorífica, en una abogada medio ñoña que ayuda a Kraven en su rol de justiciero. Y así sucesivamente.
Al mismo tiempo, otros villanos de historieta se conservaron como tales. Lo mismo ocurría en las historietas de Disney, en las que Tribilín (Goofy), un perro que hablaba, hacía pasear con su correa a Pluto, el perro que ladraba y tenía como amo a Mickey. Ahora que Kraven se proyecta (más o menos) como el bueno de la historia, antagonizan con él Camaleón, Extranjero y Rino, otros malvados que –el mundo es cruel– mantienen su condición de “Aquellos que Siempre Serán Vencidos”.
Estoy hablando sobre todo de “Kraven el cazador” porque es la última película de superhéroes/supervillanos y el último fracaso comercial de Sony. Y sobre todo porque ha sido subida hace no mucho a la plataforma MAX para consumo de nosotros los bolivianos. Contrastantemente, no le está yendo mal en el streaming, seguramente porque en una pantalla pequeña no se nota tanto lo deslucido de sus efectos especiales, que fue una de las razones por la que los críticos la puntuaron mal, lo que, a su vez, afectó la compra de entradas en el principal mercado mundial, el de los Estados Unidos.
Los críticos también afearon su “adocenado” y predecible guion. Yo no lo vi tan mal, quizá porque de niño no leía estos cómics, sino los de Tribilín. Sí veía el Hombre Araña en la televisión, pero los villanos que recuerdo eran Duende Verde, el Dr. Octopus y, justamente, Venom, que son los que Sony incluyó en sus películas principales. Cierto es que el final de Rino y Extranjero son bastante idiotas, pero, ¿alguna vez ha ocurrido de otra forma? Con la notoria excepción del final de Thanos en “Endgame”, eso sí.
En fin, coincido con ese crítico estadounidense que dijo, en un plan más tolerante y buena onda, que “Kraven el cazador” se mantiene absurdo de principio a fin, pero no pierde en ningún momento un carácter entretenido. Es verdad. Aun así, debo anotar, en honor a la verdad, que ganó tres nominaciones a los Golden Raspberry Awards, el premio a las peores películas del año. “Raspberry” quiere decir en inglés, a la vez, frambuesa y pedorreta.
El personaje Kraven tiene además un récord. Es uno de los escasos villanos de cómic que haya matado a un superhéroe. ¿A quién? Pues a Spider-Man, por supuesto (no se preocupen, luego revive). El plan de Sony era que la segunda parte de “Kraven el cazador” recreara justamente esta historieta, pero esta secuela fue cancelada porque, ya sabemos, los supervillanos no pagan.