Microreseñas: «La chica del tren»
¿Vio usted «Desaparecida»? Este nuevo thriller psicológico, «La chica del tren», se parece a ese filme: ambos están basados en un libro de gran éxito; ambos se inspiran en Hitchcock, el maestro del suspenso, que cargaba su descripción de los escenarios de clase media y alta de Estados Unidos con una energía sombría y premonitoria; ambos tienen tramas que dependen de lo que los expertos llaman «tiempo que se dobla», cuando el efecto se deriva de los avances y retrocesos temporales.
Sin embargo, la crítica se ha ensañado contra esta última película, quizá porque se parece a la otra sin alcanzar su calidad; quizá porque está lejos -se dice- de reflejar el poder del libro del mismo nombre en el que se basa.
Pero eso al público no le interesa. Lo que este sí puede notar es que la narración es morosa y redundante, como para asegurarse de que nadie se pierda en ella; que el final es previsible y que todo resulta demasiado melodramático (y entonces las escenas sexis no mueven ni una pizca).
Una mujer divorciada pasa cada día frente a la casa donde su exmarido vive con su nueva familia (esposa e hija). A lado está la casa de un bella chica que parece tener una vida soñada con su marido. La divorciada, que es alcohólica y obsesiva, se identifica con la chica, quien, además, trabaja de niñera del exmarido. Pero un día la ve con otro, lo que agudiza su propio drama, que también incluye un episodio de infidelidad. Y al día siguiente la chica desaparece, lo que termina involucrando a la divorciada en una investigación sobre «quién-lo-hizo», en el que los otros sospechosos son los demás personajes ya mencionados.
Además del deseo de averiguar quién es el culpable, lo que mantiene al espectador erguido en su asiento es la actuación de la protagonista, Emily Blunt, excelente en el papel de mujer despechada y fuera de control.
Veamos la idiotez del razonamiento:
1) Los bolivianos son racistas si es que son blancoides (lo que hace de Molina un racista y un alienado);
2) Cuando los indios tomaron el poder, porque lo hicieron con Evo Morales, el gobierno donde todos eran indios en el poder, los blancoides fueron desplazados;
3) los blancoides sintieron una profunda envidia por los privilegiazos que les habían quitado (una clase parasitaria casi como la gaucha, con culo de dinero y deportes exóticos, realmente gente rica que se vio sin sus privilegios);
4) los blancoides, incluido el Molina que escribió 5 libros contra el gobierno de Evo, querían recuperar lo perdido;
5) ergo, los blancoides prepararon infinitos intentos de golpes, mientras rumiaban sus resentimientos en mesas de rummy;
6) Evo Morales nunca hizo nada malo, ni negar el resultado de un referéndum, ni violar más de la mitad de los artículos de la constitución que su partido había promulgado;
7) ergo, hubo golpe y los indios serán por siempre excluidos del poder en Bolivia.
Conclusión final: el único redimido es la recientemente conformada familia Molina y Jaime Iturri, el puerco humano que hizo del llunkerío una profesión.
Bonito panorama.