Misión “imposible”: encontrar una llave
Uno describiría la tarea de encontrar una llave como muy difícil aunque quizá no “imposible”. Se sabe que las llaves tienen vida propia y que cuando uno las pierde de vista se mueven por su cuenta de un rincón a otro, afanosas, para evitar ser descubiertas. Al costo de casi 300 millones de dólares, Ethan Hunt (Tom Cruise) ha reaprendido esta lección tan común en la séptima entrega de la franquicia “Misión Imposible”, que lleva el muy creativo nombre de “Sentencia mortal” (en inglés es algo mejor: “Ajuste de cuentas mortal”, je je). En efecto, la peli va toda ella, a lo largo de sus tres horas completas, de una llave perdida y a punto de ser encontrada, pero que se pierde nuevamente. La buscan las agencias de espionaje de todo el mundo, claro, y pasa de una persona a otra, y de esta a la siguiente; se encuentra solo para que descubrir que se trata de una falsificación; se roba, se presta y se arrebata. Una llave que cae, rueda y vuelve a las manos que la han dejado caer; que se intercambia en discotecas, trenes, estaciones de policía, aeropuertos; que, por supuesto, viaja por varios países del mundo, por tierra y volando; que surge del fondo del mar. Es “la” llave. Obvio, encontrarla cuesta 300 milloncitos que, sorprendentemente, la peli no ha podido recuperar del todo, sacándolos de los bolsillos del “respetable” (como diría Pedro Susz). Se atribuye tal falla al “fenómeno barbenheimer” que, como se sabe, tuvo los bolsillos de los asiduos de las salas cinematográficas medio vacíos. Por lo demás, “Misión imposible. Sentencia mortal” poseía todo para ser de las favoritas de las audiencias que un crítico ha descrito como “brainless”, es decir, literalmente, “sin cerebro”. Por si acaso, no soy yo; es ese crítico. La peli está llena de acción pura en la que Tom Cruise se luce, aunque ya se lo note algo mayorcito para tanto despliegue. Según otro comentarista, es una película “flashy”, esto es, “ostentosamente atractiva”. O, mejor definida, “espectacular, pero carente de gusto”. Un filme “flashy”, entonces, como de hormigas bajo la lupa. Y también “trepidante”, que significa “que se desarrolla de forma rápida, movida y emocionante”. Aunque en este caso, solo de forma rápida y movida. Porque a nadie le emociona la búsqueda de una llave, así sea una que abre el código de una inteligencia artificial con conciencia propia llamada “La Entidad”. Y aquí cito de nuevo a otro comentarista: “Cualquiera que haya visto al menos una película, sabe que una inteligencia artificial con conciencia propia no es una buena cosa”. Y eso es todo lo que diré de la trama, ya que esta, para seguir citando, “tiene más huecos que un colador”. No hay caso de encontrar unidad allí donde lo único unitario es la llave; una llave que, ay, se divide en dos. Una llave, por supuesto, “con conciencia propia”…
Lo que llevo escrito puede inducir al lector a pensar que la megapelícula de Cruise recibió mala crítica. La verdad es completamente la inversa. Logró 8/10, es decir, ocho sobre diez, en el recolector de críticas Rotten Tomatoes. La mayoría de los críticos la encuentra francamente “flashy”, pero eso es bueno. Se supone que de eso va ahora el cine, de proveer al espectador de lo que ha ido a buscar a una sala. Y, claro, Cruise cumple. Por otra parte, siendo tan poderoso en la industria, mete miedo.
Aunque quizá ahora las cosas se hayan movido un poco. Pese a la ayuda de la crítica, esta vez Cruise no ha cumplido y, en cambio, ha perdido 40 millones de dólares. El mundo al revés: las audiencias “brainless” han dado el carpetazo allí donde los ilustrados críticos se meaban.
Pero quizá el mérito solo sea de “Barbie”…
Como fuere, lo cierto es que, comparándolo con los otros de la franquicia, este filme es el más trepidante y “flashy”, pero también el menos bueno. El más confuso, el más puramente físico, el que más cae en lugares comunes y el que menos aprovecha algo que es interesante de este serie, a saber: las estrategias, las acciones coordinadas, el giro sorpresivo. En lugar de seguir esta línea, se aumentó la dosis de persecuciones y carreras “ad nauseam”. Y se implementó el jueguito de la gallinita ciega: buscar con los ojos tapados una llave que se mueve. Hay peleas, claro. Y humor, también, no muy fino, pero mejor que haya a que no haya. Con lo que agotamos el asunto.
La “sentencia mortal” es que estemos obligados a ver la próxima entrega también, porque la despedida de Cruise del papel de Hunt no puede requerir menos de seis horas y de dos filmes, como si fuera el final de “Harry Potter”.