“The Alto Knights”, Robert de Niro por dos
Los 80 son los nuevos 60, como dicen los optimistas profesionales de las redes. Lo prueba “The Alto Knights”, película de un director octogenario, Barry Levinson (“Rain man”), que tiene como protagonista a otro octogenario, Robert de Niro. Como estoy envejeciendo, quisiera sacar de este hecho la conclusión idealista: la película es una obra mayor, llena de sabiduría, etc. Pero no, desgraciadamente no es así. Falla, aunque no sea de una forma estrepitosa.
Bueno, por lo menos desde la perspectiva del espectador, porque para la casa productora, la Warner Bro., el “flop” (fiasco de taquilla) ha sido doloroso. Recaudó en todo el mundo solo nueve millones de dólares y costó entre 45 y 50 millones.
Un resultado de taquilla es un dato ambiguo. Hay muy buenas películas que no lograron recuperar su presupuesto. Sin embargo, solo los elitistas pueden pensar que perder plata sea una virtud. O que no signifique nada, que no sea un indicador de nada. Es lo mismo que creer que un filme que gana miles de millones de dólares puede tener una historia compleja o innovadora. El dinero también cuenta (no es definitivo) en la ecuación del arte, en especial en la del séptimo, que no es nada barato.
“The Alto Knights” lleva ese título en referencia a un bar en el que dos legendarios gánsteres italoamericanos, Vito Genovese y Frank Costello, se reunían de jóvenes mientras daban sus primeros pasos en la mafia. Sin embargo, la película trata de estos dos “capos” en su vejez, cuando sus caminos se volvieron a cruzar de una manera más bien calamitosa para ellos y para la organización criminal a la que pertenecían.
Lo hace de una forma excéntrica, introduciendo una innovación que no sé si calificar de tour de force o reclamo publicitario, que es la asignación de ambos roles (el de Genovese y el de Costello) al mismo actor, De Niro. La idea parece haber sido que, puesto que este actor es, en el cine comercial de nuestro tiempo, el gánster por antonomasia, entonces había que duplicar su tarea para que la película se destacara de las otras varias del género en las que De Niro ha estado enrolado, de “El Padrino II” (1974) a “El irlandés” (2019).
Tal relieve es algo que no se logra; al contrario, pese a la maestría del protagonista, y al maquillaje que debe exagerarse para evitar que el espectador se confunda, lo cierto es que la ocurrencia resulta contraproducente para el visionado y puede haber contribuido a que la película haya resultado poco atractiva. La falta de alteridad marea un poco al espectador y le impide “entrar” en la narración. Y es que hay gestos que ningún actor, por bueno que sea, puede dejar de hacer, gestos que se repiten en los dos personajes y que, junto a las narices de goma, ponen en el filme la marca del artificio.
El principal problema, sin embargo, está en otra parte; como ocurre con frecuencia, en el guion. Un guion que no se decide por narrar los hechos históricos en los que basa en clave de comedia o drama, que no cala en los sentimientos de los personajes, que no explora en la nostalgia ni en la brutalidad de unos orígenes que se presiente tenebrosos y ni siquiera en la violencia del hampa. Se concentra en contrastar los caracteres de Genovese, un tipo implacable, paranoico, un depredador, y de Costello, calculador, estratégico, medido, una suerte de hombre de negocios del crimen.
Igual que “El Irlandés”, “The Alto Knights” apuesta por los diálogos; es decir, una vez más, por De Niro; por De Niro hablando con o contra o en referencia a De Niro. El proyecto parece haber sido hecho para él, pero no se podía esperar que él lo salvara solo. Y es que convertir una película poco visual, demasiado hablada, sin una trama realmente interesante, en una buena película no lo puede hacer ni el gran Robert de Niro.
Si el lector quiere averiguar si este columnista tiene razón o anda desencaminado, “The Alto Knights”, se encuentra en MAX.