VIRUS, PANDEMIAS Y PELÍCULAS: El momento que vivimos reflejado en el séptimo arte
Es en los primeros minutos de El Amanecer de los Muertos Vivientes (2004), de Zack Snyder, donde según recuerdo, se narra con la mayor precisión el raudo avance de una pandemia. En la película, remake de la primera versión realizada por George A. Romero en 1978, vemos mediante pequeños detalles como la crisis avanza en una sola noche: el personaje principal va del trabajo a su casa y el realizador mediante acciones aisladas como algún grito, una conversación casual o una noticia dispersa, va haciendo conocer que algo grave está ocurriendo. Como resultado, al día siguiente la protagonista despierta y se da cuenta que el mundo es otro.
En estos días, en los que el “mundo de verdad ha cambiado”, salvando las distancias, no puedo dejar de pensar en esa película como en una lejana, casi onírica referencia. En las pasadas cuatro a cinco semanas hemos pasado de ver las noticias que venían de China con cierta curiosidad, a observar asombrados como nuestra realidad se trastoca de la manera más completa, como estamos siendo obligados a cambiar nuestra forma de vida radicalmente, y como debemos enfrentar el miedo y la paranoia colectivas.
LO QUE EL CINE DICE
Por supuesto que El Amanecer de lo Muertos Vivientes no es el único caso; prácticamente casi todo el cine de ciencia ficción de las últimas décadas, con la excepción de las space opera tipo Star Wars, se ha construido sobre historias distópicas en las cuales la humanidad entra en crisis generalmente terminal. Pero las películas que más se acercan al tema de la pandemia son las de zombis, allí siempre el virus de origen desconocido es el detonante y la viralización es violenta y provoca cambios radicales. Guerra Mundial Z (2013), tiene una narración ejemplar respecto a la globalización del fenómeno y The Walking Dead (2010 -2020), probablemente la mayor referencia audiovisual respecto al tema, se regodea especulando sobre la forma de vida después del desastre.
El cine expresa sentimientos, sensaciones que recorren el imaginario colectivo. Un ejemplo de texto es el de la tendencia expresionista alemana de entreguerras, que supo reflejar el desconcierto que reinaba en su país después de su primera derrota, y anticipar de las tendencias totalitarias que anidaban en la sociedad.
Si algún observador ingenuo mira con detenimiento el cine de ciencia ficción de los últimos cuarenta años, podría preguntarse con algo de razón; ¿Cómo es posible que las películas solo hablen de miedos, destrucción, temor al desastre cuando salen de una sociedad que supuestamente ha resuelto todos sus problemas?, ¿una sociedad donde reinan la democracia y el libre mercado que solo pueden traernos bienestar? Se trata sin duda de un contraste risueño: los políticos a nivel mundial hablan de bienestar, la gente siente inseguridad y las películas expresan miedos extremos.
Un cine que desde hace tiempo vino anticipando monstruos. Y algunos llegaron hace algunos años tomando la forma de políticos de extrema derecha, portavoces de un racismo que se creía superado, discriminadores contra todo tipo de diversidad. Ahora han llegado otros, encarnados en el virus que desborda los sistemas sanitarios y desencadena la paranoia colectiva.
LO QUE EL CINE NO DICE
Lo que el cine no puede hacer, salvo casos excepcionales, es explicar desde el punto de vista socio político este fenómeno, para eso está la política y lamentablemente esta, atrapada en una mediocridad extrema, tampoco lo hace.
¿Cómo no van a aparecer los monstruos cuando 2153 personas tienen la misma cantidad de riqueza que otros 4.600 millones? (datos proporcionados por Oxfam). Esa, en si misma, ya es una realidad distópica que nos toca vivir todos los días.
Vivimos en una cultura que nos ha hecho creer que la acumulación sin medida es algo normal, que el ser humano es egoísta por naturaleza y que la solidaridad es un signo de debilidad. Un mundo donde la economía es global, donde los virus son globales, donde la destrucción sistemática de la naturaleza también es global, pero donde los seres humanos necesitan pasaportes, cada vez más difíciles de conseguir, para trasladarse y en muchos casos no morir de hambre.
Por ello nos parece “normal” que la aparición de un virus colapse todos los sistemas de salud (cuyo objetivo en general es ganar dinero, y no preocuparse globalmente del bienestar de la gente). Así como también nos parecen normales fenómenos tan variados como el que los polos se estén derritiendo o que la pornografía violenta sea la temática más consumida en internet.
La realidad que nos trae Covid 19, ya fue presagiada de diversas maneras por la ficción cinematográfica. Vamos a ver si después de la crisis, la política a nivel mundial toma esta última oportunidad para volver a discutir seriamente sobre como construir una sociedad equilibrada, justa y solidaria.