Baby. Aprendiz de criminal
El creador de Baby. Aprendiz de criminal, que es como se ha traducido el título Baby Driver, fue Edgar Wright, un escritor y director especializado en adolescentes. Se le debe la interesante aunque económicamente fallida Scott Pilgrim contra el mundo, que se ha convertido en una especie de película de culto de los muy jóvenes.
Ahora en cambio Wright la pegó. Baby. Aprendiz de criminal llegó a costar casi 40 millones de dólares, pero está haciendo cientos de millones. Es el mayor éxito de su carrera. Por el cual recibe, además, elogios de la crítica.
Esta película se distingue porque, igual que Scott Pilgrim, tiene un gran personaje. Un jovencito que ha sufrido un trauma cuando era niño y que no escucha bien, por lo que está perpetuamente conectado a un ipod por el que pasa la banda sonora de la película. La cual es muy importante.
Wright ha dicho que concibió este filme casi como un musical.
El chico se quedó huérfano muy pronto, aunque luego encontró –no se dice cómo- un padre adoptivo que ahora ha envejecido y que debe cuidar. Este es sordo. Baby se comunica con él por señales, mientras sigue escuchando su ipod. También hace esto, un poco mágicamente, con el resto de las personas y las cosas, es decir, interactúa con ellas a través del filtro sonoro que él decide poner en cada momento, que escoge cuidadosamente para que funcione como la banda sonora de su vida.
Hay aquí una llamativa simetría, entonces: la banda sonora del filme es la banda sonora de la vida del chico que actúa como si la bailara y, a veces, la interpretara.
No necesito decir cuán atractiva es esta idea para los adolescentes actuales.
Pequeño malhechor
Además de programar música, lo que Baby hace de manera maravillosa es manejar un auto que fuga de la escena de un crimen. Él es un malhechor, aunque no uno sangriento, lo que también contribuye a que sea interesante para los jóvenes.
La primera parte de la película, en la que se presenta este personaje y las condiciones en que vive, resulta extraordinaria. Ya sea manejando bólidos, ya sea escondiéndose de los helicópteros de la Policía o simplemente yendo a comprar café para sus colegas criminales, Baby es un Fred Astaire desplazándose por el mundo de forma grácil y rítmica. El espectador, incluso si es adulto, simpatiza de inmediato con él y con su tranquila indiferencia en las escenas de nervios que constituyen, claro está, un robo a mano armada o a la repartija de un botín. Uno quiere que encuentre la forma de salir del hampa, que es lo que -se nos dice muy pronto- quiere lograr más que nada. Uno quiere que le vaya bien con la bella chica que ha conocido en una cafetería, ella es la mesera, y que le recuerda a su madre, una bella cantante malograda.
Pero luego comienzan los problemas, Houston.
El guión humea
Demostrada su pericia para crear el personaje, para hacernos disfrutar de su baile, Wright recuerda de pronto que está a cargo de un presupuesto de más de 40 millones de dólares y que debe hacer una película más o menos para todo público, o en todo caso una película en la que la gente no aprenda malas artes o se identifique con malhechores (pues a éstas las autoridadescinematográficas les ponen la peor calificación).
Bueno, estoy imaginando que fue así. Quizá simplemente fue que Wright tiene una personalidad un poco ñoña, lo que no me extrañaría luego de ver Scott Pilgrim… Lo cierto es que este director y escritor no se deja llevar adonde el planteamiento narrativo va naturalmente cuando Doc, el jefe mafioso de Baby, interpretado por Kevin Spacey, obliga al muchacho a seguir actuando en contra de la ley.
Entonces, en lugar de encaminarse a un enfrentamiento entre Baby y Doc, en el que éste engañara al segundo, el otro se las arreglará para resistir, etc., Wright se mete en un berenjenal narrativo que pronto nos deja de interesar porque: a) Baby comienza a actuar erráticamente, deja de ser él mismo y trata de imitar a algún héroe de película de coches; b) los malos actúan de forma muy estúpida para que nos la creamos; c) la violencia y el abuso es gratuito, innecesario (me refiero a que lo es desde el punto de vista narrativo). Por ejemplo, uno de los asaltantes a los que Baby debe llevar, Bats, interpretado por el famoso Jamie Foxx, mata a un colega por no haber hecho exactamente lo que quería en un robo que, pese a eso, había salido bien. Quizá es un psicópata, pero entonces… ¿por qué Doc lo convoca de nuevo para los siguientes golpes? Los críticos estadounidenses dictaminaron «holes in the script”, huecos narrativos.
Lo que ya hemos dicho hasta aquí debiera prevenirnos de que el final del filme tiene una moraleja, Dios nos libre.
Bueno, cine para adolecentes, sin duda, aunque también un logro. Como siempre digo, un buen personaje es más de la mitad de una obra de arte. Además, creo que seguramente usted disfrutará de los primeros tres cuartos del filme, de su humor y de su ritmo (y ésta es la tercera vez que uso la palabra «ritmo” a lo largo de esta reseña; por algo será).
Solo queda lamentar el final. Una salida más humorística e inteligente del enredo que propone hubiera convertido a esta película en un «clásico” del cine de acción adolescente.