CAPITANA MARVEL
El cine de superhéroes se asemeja a una jaula de zoológico cada vez más estrecha; los animales que están dentro en ocasiones son interesantes, pero la jaula al empequeñecerse los obliga a hacer movimientos repetitivos, lo que les resta cada vez más gracia.
Espacio poco profundo
Los primeros cuarenta y cinco minutos de Capitana Marvel son relativamente llevables, en la medida en que desarrollan una historia de conspiraciones, emulando de alguna manera al Capitán América. Soldado de Invierno (2014), la cinta de los hermanos Russo que creemos constituye el peldaño más alto de las diversas entregas (veintiuno en total) que hasta ahora ha estrenado el universo de superhéroes de Marvel.
En ese primer tramo no sabemos exactamente el origen de la protagonista, quienes son los villanos y quienes son las víctimas, y la historia, sin ninguna pausa innecesaria, transita por el suspenso manteniendo nuestro interés. Sin embargo en los otros segmentos, decae notablemente, no tanto por la ausencia de enfrentamientos o persecuciones, sino por la falta de profundidad de los personajes.
Si los conflictos y los mecanismos usados en las historias de superhéroes, con pequeñas variantes, son casi siempre los mismos, entonces el diseño de los personajes adquiere una importancia fundamental, el caso por ejemplo de Deadpool (2016).
Las idas y vueltas de esos primeros minutos, el que Carol Danvers (la capitana), no sabe exactamente quién es y se debate entre dudas e interrogantes, logran que se sostenga. Sin embargo en la medida rasgos del personaje se van aclarando, aparece su medianía. El carácter errático desaparece y solo quedan ciertas poses, un aire de superioridad fingido que se reitera demasiado en la última parte. Lo propio ocurre con villanos y víctimas: cuando se aclara su rol en la historia, pareciera que no tienen nada más que decir.
En ese contexto, el mayor acierto de los guionistas es la inclusión como coprotagonista de un joven Nick Fury, el mandamás de la agencia de espionaje Shield, quien en este caso funge como alter ego de la capitana. Fury en las diversas cintas de Marvel esta retratado con carácter imperativo y gesto adusto, y un lado turbio que se desarrolla más o menos según la ocasión. Esta entrega lo muestra “al principio”, dándole un carácter algo despreocupado, lo que en la interacción con Danvers logra los pocos instantes de gracia que consigue tener la película. Mención aparte merece el “rejuvenecimiento” digital de Samuel L. Jackson (Fury) y de Clark Gregg, quien encarna al joven agente Coulson. Queda claro que en unos años, los actores solo deberán prestar la cara, ya que de la actuación se encargarán las computadoras.
Plana pero exitosa
Según los datos que proporciona la Web, la película recaudó a nivel mundial en su primera semana un poco más de cuatrocientos millones de dólares. Las predicciones dicen entonces que batirá varios récords de Taquilla. Pero eso no es ninguna novedad, no todas, pero si una buena parte no paran de romper “récords”; hace un tiempo lo hizo Thror, Ragnarok (2017) y con certeza en abril lo hará Avengers 4.
Lo que ocurre es que en la estructura actual del mercado mundial del cine, es muy difícil que una de estas películas no sea exitosa. Por una parte son estrenadas a nivel masivo, y por otra cuentan con un mercadeo global intenso que viene de años atrás y se va retroalimentando permanentemente. Si una cinta de superhéroes no recauda “lo esperado” ya se considera un desastre (aunque su ingreso supere con creces el dinero invertido) y si realmente llega a perder, podríamos estar hablando de un desastre universal.
¿Cuáles las razones para el “éxito” de una película de superhéroes?, varias, que pocas veces tienen que ver con la originalidad. El año pasado una cinta tan sosa como Black Panther, no solo batió récords de taquilla, sino que tuvo el honor de ser la primera cinta del género nominada en el Oscar a la categoría de mejor película. Es dable pensar que fue ayudada por la noción de lo “políticamente correcto”, ya que presenta al primer superhéroe negro.
En algunas ocasiones los realizadores recurren a diversos elementos de género para potenciar sus historias y desarrollar sus personajes. En este sentido el humor es el elemento utilizado en forma más exitosa; es el caso no solo de las mencionadas Thor Ragnarok y Deadpool, sino también de otros buenos ejemplos como las dos partes de Guardianes de la Galaxia (2014, 2017) e inclusive de la primera entrega de Avengers (2012).
Los elementos del realismo dramático han tenido menos suerte en el cine de los superhéroes. Cristopher Nolan logró un ejemplo modélico con su trilogía sobre Batman, especialmente con El Caballero de la Noche (2012), pero el resto de los intentos terminaron en diversos grados de fracaso, uno de los mayores el Batman Vs. Superman (2016) de Zack Snyder.
¿Va a durar para siempre el auge del cine de superhéroes?, por supuesto que no, y lo más probable es que acabe abruptamente como ocurrió con el western y el musical años atrás. Los tres géneros tienen en común el ser poco flexibles narrativamente hablando, y el estar atados a determinadas convenciones ideológicas (dicotomía entre bien y mal absolutos, machismo, optimismo social, etc). Otro factor que seguramente pesará para llegar rápidamente a dicho final, es el del agotamiento de la novedad en el uso de los efectos especiales.
Pero por de pronto parece ser nomas que Capitana Marvel será un superéxito y para ello pesan factores como el que haya llegado en un momento de especial vacío en las salas de exhibición (salvo algunas películas relacionadas con el Oscar, no ha habido nada interesante últimamente).