El naufragio estelar de Luc Besson

El director y guionista francés Luc Besson es una de las fuerzas creativas del cine de entretenimiento actual.

Ha hecho algunos thrillers famosos, como Nikita, León o El profesional y, recientemente, la contundente Lucy, los cuales se distinguen de la media por contar con tramas más originales y personajes menos adocenados, y porque su director tiene un gran talento para combinar el uso de efectos especiales con fotografía estilizada, así como para narrar peleas y desastres de manera que interese y no caiga en la confusión.

El francés también es autor de un filme de ciencia ficción que rompió los récords de presupuesto para películas europeas y se constituyó en un fenómeno de taquilla, El quinto elemento. Besson mostró el atractivo de mezclar un «toque europeo” y actores del star sistem estadounidense. En El quinto elemento, como se recordará, trabajó con Bruce Willis y «presentó” a Milla Jovovich. En El profesional contó con el clásico francés Jean Reno e introdujo a una jovencísima Natalie Portman.

Todo esto hacía muy apetecible el ver su costosísimo estreno Valerian y la ciudad de los mil planetas, a la espera de por lo menos una nueva versión del divertido y atrapante El quinto elemento. Pero lo que obtuvimos fue una desilusión de dimensiones estelares.

El elefante en el cuarto

La película recrea una historieta francesa Valerian y Laureline y logra, como Steven Spielberg en Tintin, la plasticidad y la belleza del original. La cinematografía es espectacular, el estilo del vestuario y la puesta en escena se parecen a los de El quinto elemento, es decir, son llamativos y luminosos, pero el filme en sí mismo no funciona, como ha dictaminado la crítica estadounidense, que por una vez no quedó bloqueada por su familiaridad con el cómic original.

Y es que el filme adolece de un defecto estructural. Un crítico ha dicho que «hay un elefante en el cuarto y este elefante es el guion”. En efecto, el guion es el que no funciona. Pero, ay, éste fue escrito por Luc Besson en persona. Y Besson es un guionista de larga y gloriosa trayectoria, aunque… en realidad no tanto, como veremos.

¿Cuál es el defecto del guion de Valerian y la ciudad de los mil planetas? Para decirlo sin anestesia, que es estúpido de principio a fin, pero estúpido de la peor manera, es decir, sin que al serlo interese o cause gracia. Y esto es algo que ya le ha pasado a Besson antes. Ser estúpido, digo. Por ejemplo, en el guion que escribió para Tres días para matar, una peli clase B con Kevin Costner que quise ver -justamente porque ponían que el guionista había sido Luc Besson-, pero cuyo visionado consideré mejor no finalizar para evitar sufrir un infarto cerebral o algo así.

Es la clase de estupidez que puede aconsejar el que, estando en medio de una misión peligrosísima, Valerian le proponga matrimonio a una Laureline a la que todavía no ha besado.

Tales cosas no ocurren ahora (los chicos las consideran, con razón, idiotas) y todavía ocurrirán menos en 3.000 años.

Andanzas espaciales

La película comienza con una escena memorable: la que, sintéticamente, cuenta la construcción de Alfa, la estación espacial humana que al cabo de los milenios se convertirá en la «ciudad de los mil planetas”, un lugar de intercambio cultural entre todas las civilizaciones. Que esa sea la «base” que haya que salvar a cualquier costo resulta muy francés, claro está (los estadounidenses hubieran puesto una base militar), y también muy  cool.

De ahí en adelante, sin embargo, Besson nos mete en una carrera -eso sí, incesante- hacia la nada. Nos presenta a dos muchachos arrogantes y caprichosos que deberemos seguir a lo largo de casi tres horas de metraje. Son tan antipáticos que si uno sigue las peleas en las que se ven enzarzados es con la remota esperanza de que mueran en ellas.

Pero no. Los que mueren por docenas son los personajes secundarios, mas eso no le importa a nadie porque son muñecos de estopa. (Por cierto, es triste ver a un buen actor como Cliff Owen en un papel así, de relleno). Los únicos que cuentan en esta película son los dos protagonistas y, quizá, un «personaje” adicional: las decenas de monstruos y seres fantásticos con los que van topándose a lo largo de sus andanzas.

Seres fantásticos que son de dos clases: los originales y los que se parecen mucho a los de otras películas, por ejemplo Avatar, de James Cameron. Un crítico dijo que quizá Besson vio Avatar y pensó: «Yo podría hacer algo más tonto que esto”.

Sí,  Valerian  también va de una tribu muy bella y armónica con la naturaleza que está en riesgo de desaparecer y de su salvación por obra de unos humanos altruistas. «Ellos son un ejemplo de amor, Valerian”. «Yo soy un soldado, Laureline, debo cumplir las reglas”. «El amor no se detiene ante las reglas, Valerian”.

Otro crítico dijo que hacía tiempo que no había tenido que escuchar diálogos tan malos en un filme de gran presupuesto. Me sumo: ni siquiera  Guardianes de la Galaxia II  tiene diálogos así. Al menos algunos de ésta son chistosos. En cambio, la idea del humor que tiene  Valerian y la ciudad de los mil planetas  es que una señora compre baratijas en un mercado virtual y dispute con su esposo por eso. Realmente hilarante…

Siempre hay que concluir con una moraleja y la moraleja es la de siempre: Incluso cuando la base Alfa se vuelva real, en 300 siglos, una buena película seguirá siendo una historia interesante con personajes interesantes. Y lo demás, polvo de estrellas.

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Un comentario

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