JESSICA JONES EN LA ERA DE LA SEQUÍA

El audiovisual también es víctima de la pandemia. No solo en nuestros países de industrias débiles o casi inexistentes como en el caso de Bolivia, sino en los grandes mercados, donde las filmaciones se paralizaron y donde las grandes cadenas de streaming calculan y lanzan sus estrenos a cuentagotas, midiendo los tiempos probables para la vuelta a “la normalidad”. El resultado es triste, pocos estrenos y mediocres en la mayor parte de los casos. Más que una oportunidad entonces, una presión obligada para revisar viejos productos.

En el momento de su estreno, decían las versiones de prensa y los chismes de red social, que la tercera temporada de Jessica Jones será o el último, o por lo menos uno de los últimos productos provenientes de Marvel que se exhibiría en Netflix. La razón se encontraría en el estreno por parte de Disney, propietaria de la empresa de comics, de su propia plataforma de streaming (competidora de Netflix), aunque otras versiones señalaban que la verdadera causa se encontraba en el fracaso comercial de algunos de los productos de dicho universo.

En todo caso la profecía se cumplió, y lamentablemente la baja calidad de los productos de ficción y fantasia que actualmente se están estrenando, contrasta con las de esa primera “oleada” de adaptaciones de Marvell a la pequeña pantalla, que renovó en forma virtuosa el género, por lo menos en sus primeras temporadas.

En ese sentido, queda claro que algunos de los logros más importantes del género desde el punto de vista narrativo y estilístico se encuentran en este conjunto; especialmente en las primeras temporadas de series como Daredevil (2015-2018),  Jessica Jones (2015 – 2019) y hasta algún punto Luke Cage (2016-2018), con el añadido posterior de The Punisher (2017 – 2019).

EL CINE “NEGRO” DE JESSICA JONES

Jessica Jones está construida sobre la base de la aclimatación del cine negro (cine “noir”) al Nueva York contemporáneo. Por eso es que en realidad la cualidad de superhéroe de la protagonista no tiene una importancia fundamental en la trama (los espectadores que tengan la expectativa de encontrarse con batallas saturadas de efectos especiales, al estilo de los vengadores, mejor que no prendan el televisor). Es verdad que Jessica es fuerte, al igual que varios de sus amigos y contrincantes tales como Trish o el mismo Luke Cage, pero si nos fijamos bien, el detalle no es gravitante. En ese sentido la caracteriza más el ser una detective alcohólica y solitaria, que  se encuentra permanentemente al borde de la ruptura con la ley, según el modelo genérico desarrollado en los años cuarenta.

Por eso es que el estilo visual y narrativo es tan importante en la serie: los pasillos  sucios, las oficinas desordenadas, las callejuelas vacías, todas locaciones fotografiadas bajo la lente de  un expresionismo aggiornado y acompañados por  la voz en off de la protagonista,  reiterada a lo largo de los trece capítulos.

Por eso también es que el antagonista de la serie, no es un “supervillano” dotado de poderes especiales, sino más bien una especie de genio maléfico, siguiendo el patrón desarrollado por Arthur Conan Doyle, en las novelas de Sherlock Holmes y corporizado en el modelico Moriarti.  En ese sentido, nuestro “malo” juega una prolongada partida de ajedrez con Jessica, en la que siempre tiene la iniciativa, por lo que la historia avanza merced a situaciones de resolución imposible en las que va cayendo la heroína.

En la tercera temporada, varios de los personajes secundarios de la serie aumentan su peso específico. Especialmente Trish la hermana adoptiva de Jessica, su asistente el ex – adicto Malcom y la cínica abogada Jery Hogarth. Hay momentos en que resulta difícil de entender la evolución de la primera, a veces demasiado forzada en su direccionamiento hacia el mal, y también hay que añadir que el endurecimiento de su carácter le quita algo de la frescura que aportaba en la primera temporada, en su relación con Jessica, teñida de compañerismo y de eso que las feministas modernas denominan “sororidad”.

El personaje de la abogada Hogarth, una abogada  que pretende resolver cuentas pendientes al encontrarse al borde de la muerte es mucho más interesante, ya que para su resolución debe optar entre el cinismo y la amoralidad que siempre la han caracterizado, o la redención amorosa.

Las virtudes descritas hacen que la tercera temporada de Jessica Jones sea disfrutable, a pesar del alargamiento artificial de su trama. Uno de los principales defectos que en los últimos años han comenzado a mostrar las series de Netflix en general, es precisamente ese, que podría ser entendido como producto  una exigencia de formato que debilita notablemente las propuestas argumentales.

SUPERHÉROES DEBILITADOS

Si resaltamos a Jessica Jones, junto a Daredevil y The Punisher como los puntos altos de la propuesta, merced a su realismo (en comparación a las propuestas cinematográficas), los puntos bajos los constituyen Puño de Hierro (2017-2018) y Los Defensores (2017).

En los primeras propuesta había cierta propuesta no solo estilística, sino hasta cierto punto ideológica: se trataba de héroes callejeros, adscritos a los barrios pobres en los que luchaban por la justicia (Daredevil a Hells Kitchen, Luke Cage a Harlem). En Puño de Hierro la acción se traslada a Manhattan el barrio de los ricos, los colores sombríos de las anteriores propuestas se cambian por una estética de tonalidades brillantes (la denominada “estética del celular”) y ya sea por coincidencia o no, la historia se vuelve superficial y repetitiva. De los personajes conflictivos se pasa al de un niño mimado y caprichoso.

En los Defensores, la falta de imaginación es evidente. Se amalgama en una pobre imitación de Los vengadores a los héroes televisivos, sin dotarlos de una historia original (la villana es la copia femenina del Kingpin de Daredevil).

La “caída” del universo de superhéroes de Netflix, se dio en un momento en que se ha llegado a la saturación extrema de los mismos en las pantallas cinematográficas tras el superéxito de Vengadores: Endgame.   ¿Hasta cuándo durara el boom de los superhéroes?, sin duda hasta que dejen de dar réditos económicos y para esto deje de ocurrir seguramente tendrán que dejar de estar vigentes algunas de las tendencia ideológicas centrales de estos tiempos:  el debilitamiento de la razón  y la crítica como elementos del debate social, la valoración de la intolerancia en diversas formas, el desprecio por las institucionalidad de la justicia (el fin justifica los medios), etc.

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