Justicieros Una aguja en el pajar de Netflix
Rodrigo Ayala Bluske
Justicieros (2020), escrita y dirigida por el danés Anders Thomas Jensen, constituye una excepcionalidad en la enorme oferta que nos brinda de manera cotidiana la plataforma de streaming. Se trata de una cinta inteligente, bien construida y cuyo sentido argumental va variando poco a poco, al punto de sorprendernos en los tramos finales.
Lo de Netflix da para un análisis aparte, pero está claro que lo que en un principio parecía vislumbrar posibilidades de apuntalar la renovación televisiva e inclusive incursionar en la producción cinematográfica de alta calidad, se ha convertido en una suerte de maquina productora de propuestas hechas generalmente a la rápida, cultoras al extremo de la repetición de mecanismos comprobados. Casos como el de Roma (2018), se han quedado en la excepción. Sin embargo, dada la necesidad de estrenar incesantemente, de vez en cuando se cuelan en su programación algunos productos destacados, que como el que comentamos, generalmente se pierden entre la cantidad.
Tomando el modelo usado en diversas cintas, Justicieros en realidad trata de la construcción de una familia a partir de personajes dañados, inadaptados por diversas razones. Marcus es un militar proclive a la violencia y con fuertes dificultades para la socialización; cuando su mujer muere en un accidente de metro, se ve obligado a retornar a casa para lidiar con su hija, golpeada por la tragedia y su enamorado, un adolescente de aires confusos. A ese núcleo inicial se unen tres “nerds”, adultos, supuestos genios fracasados, exponentes cada uno por su lado de diversos complejos y desajustes, y finalmente se termina integrando al grupo un esclavo sexual rescatado, que encarna la sumisión.
Los Nerds y la hija sospechan, cada uno usando los recursos a los que tienen acceso, que la muerte de la madre fue provocada deliberadamente, y esa búsqueda los lleva a enfrentarse a una pandilla de delincuentes. El conflicto bien planteado, mantiene la tensión a lo largo del metraje, la que es adosada con diversos toques de brutalidad bien medida.
Y es que Jensen tiene cierto gusto por lo bizarro y lo utiliza deliberadamente, para construir el estilo de su propuesta. Ahí están las deformaciones físicas que aparecen en momentos clave de la construcción de los personajes, las referencias sexuales y la violencia seca que ya hemos mencionado.
De manera muy lejana Justicieros es una parodia lejana a toda esa tendencia temática de cintas de venganza, que habiendo tenido una eclosión lejana con El Vengador Anónimo (1974), se han seguido reproduciendo sin medida ni clemencia, y han tomado especial fuerza en los últimos años. Seguro se podrían escribir enciclopedias, sosas y repetitivas, sobre la cantidad de películas que justifican borbotones de violencia partiendo del asesinato de un ser querido (esposa, novia generalmente). Pero evidentemente reducir Justicieros, solo a ese ámbito, resulta injusto.
La película también se ríe de la tendencia actual a explicar todo por el “algoritmo”, de la veneración por la tecnología, y es por tanto una reivindicación del rol de la casualidad en el devenir.
Según las referencias Jansen es un guionista talentoso respetado en Dinamarca, pero poco conocido a nivel internacional. Probablemente esta cinta sea el trampolín que lo catapulte a otros niveles de producción.