La elegida de Isabel Mesa: La necesidad de preservar

por Sebastián Cáceres

Tanto los lectores como la protagonista de La elegida (2021), última novela de Isabel Mesa Gisbert, experimentan un viaje. Belén, la protagonista, se adentra por la selva amazónica y los lectores lo hacen junto a ella. Este viaje es ilustrado por dibujos y fotografías de animales y paisajes del oriente boliviano. Y en ese viaje, los lectores acceden paralelamente a otro: la novela, a través de códigos QR, conduce al lector a una serie de fotografías y videos en la página web de la editorial, con animales y lugares de la selva amazónica. Todo esto es ya una costumbre en las obras de la autora, siempre a la búsqueda de una mayor intervención en la obra: en Trapizonda (2006), por ejemplo, el lector tenía la opción de escribir uno de los tres epílogos de la novela.

Mesa Gisbert es escritora e investigadora de literatura infantojuvenil. Creó la Academia Boliviana de Literatura Infantil, que tiene una página web: www.ablij.com. Como investigadora del género, ha publicado Pioneros de la literatura infantil boliviana (2013), la Antología de literatura infantil y juvenil (2015), y la Historia de la literatura infantil en Bolivia (2019). Algunas de sus novelas destacadas son: La pluma de Miguel (1998), Trapizonda (2006) y La portada mágica (2010). En una entrevista, Isabel Mesa, explica así su proceso escritural: “Cuando comienzo una obra primero hago un esquema, luego emprendo la investigación y finalmente la escribo”. Según un proceso similar se gestó su última novela: la investigación se centró en los animales del oriente boliviano y su situación vulnerable.

La elegida. Una aventura en la selva amazónica narra las aventuras de Belén, una niña que ha sido elegida para informar al Poderoso (el jaguar) de las vulnerabilidades de la selva amazónica. A lo largo del viaje Belén es guiada por distintos animales: monos, bufeos, aves y murciélagos la ayudan a llegar a su destino y cumplir con su misión. Los animales, nativos tanto del Parque Nacional Madidi como de las Pampas de las llanuras de Moxos, se vuelven a presentar al final del libro en una lista que señala su grado de exposición a los riesgos de la desaparición. La elegida es, en palabras de su autora, un “relato infantil” que nació de un viaje al oriente boliviano: “veía en los bosques fragmentados a los luchachi, al falso murciélago, al exótico cóndor y a las parabas barba azul, que, sin saberlo yo, se fueron atribuyendo el protagonismo de un nuevo relato infantil”.

Un aspecto destacable en la obra de Isabel Mesa, decíamos ya, es el papel del lector en sus novelas. En Trapizonda al lector le corresponde la escritura del tercer epílogo de la obra: “¡Ahora te toca a ti! ¡Escribe tu final!”. En La pluma de Miguel, el orden de lectura de los cuatro capítulos es una decisión del lector: “Este relato tiene una estructura narrativa peculiar. Presenta capítulos independientes entre sí, unidos solamente por una introducción y un final. Es así que el lector o lectora puede escoger el capítulo por el que desea comenzar la aventura y continuar por donde le parezca, siendo partícipe activo en la lectura”. La elegida, por su parte, invita al lector a otro transcurso propio a través de los códigos QR: puede visitar virtualmente los mismos lugares y encontrarse con los mismos animales que Belén.  

Los códigos QR fueron desarrollados por Kaleb Chávez Soliz, y las fotografías y videos que se incluyen fueron cedidos por Robert Wallace, director de la Wildlife Conservation Society. Las ilustraciones de la novela fueron hechas por la artista Susana Villegas Arroyo. Además, la novela incluye un mapa y la lista de animales en peligro ya mencionada. A diferencia de las fotografías y videos, las ilustraciones presentan los distintos momentos del viaje de Belén: el episodio del rapto, su encuentro con los bufeos, el diálogo con el jaguar, etc. Las ilustraciones, entonces, acentúan este efecto de viaje, al igual que el mapa. Este presenta el recorrido que hace Belén a través de Pampas de Yacuma y los ríos de los alrededores (el Mamoré, el río Yacuma, el río Beni, el Tuichi y el Madidi); y también señala en qué zona de la Amazonía se desarrolla la trama: parte del norte de La Paz y del noroeste del Beni.

La lista que indica el grado de riesgo que amenaza a los animales fue hecha con los datos de El libro rojo de la fauna silvestre (2009) y caracteriza una de las intenciones centrales de la autora con sus obras: hacer conocer el patrimonio cultural y natural boliviano. Por ejemplo, en La portada mágica, novela ambientada en Potosí en el siglo XVI, Luis Niño y Jahuira, su ayudante, van en busca de decoraciones propias de estas tierras para terminar la portada de la iglesia de San Lorenzo. Se pretende así, dice la autora, «provocar en nuestros niños y niñas la búsqueda de los elementos propios con los que puedan compartir una identidad cultural”. El deseo de dar a conocer y generar interés sobre el patrimonio boliviano también es evidente en La elegida, pero con una importante diferencia: lo impulsa la urgencia provocada por aquello que está en peligro de ser exterminado. “Las desoladoras imágenes de los incendios forestales del año 2019 –escribe Mesa– me llenaron de nostalgia y tristeza: gran parte de la Amazonía ardía en llamas. Tenía que escribir una historia que diera vida a esas voces silenciosas de la naturaleza que necesitan ser respetadas y preservadas para el bien común. Hubiera sido un error imperdonable no escribir sobre estas dos reservas naturales que, sin duda, además de ser un espectáculo para todos nuestros sentidos, son patrimonio de nuestro país”. Y para cuidar ese patrimonio, vuelve Mesa a uno de los recursos dominantes (y fuertes) de su escritura: la investigación. Con esos elementos (una motivación y un método) invita a los lectores, como es habitual, a un nuevo viaje de reconocimiento del patrimonio boliviano.

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