UN LUGAR EN SILENCIO. Cine de Terror Clásico y Recargado

Un lugar en silencio es una película de terror altamente recomendable, incluso para quienes no son afectos al género. Se trata de una cinta impecable desde el punto de vista narrativo, que tiene la virtud de rehuir los principales vicios de este género en sus expresiones más recientes. Si es que ha dejado de exhibirse en algunas de las ciudades del país, seguro que el lector podrá comprarla en los puestos de venta rápidamente.

ESE GENERO PRIVILEGIADO

En esta época en la que los “blockbusters” copan las salas y arrinconan a los cines de todos los géneros y nacionalidades, el terror es un verdadero privilegiado; tiene un público fiel y masivo, lo que garantiza que en las multisalas siempre haya tres o cuatro opciones de esa índole. De esa masa crítica de estrenos, de vez en cuando salta algún éxito de taquilla a nivel mundial, y varias de esas veces por razones difíciles de explicar, el caso de It el año pasado.

Los sociólogos tendrán que explicar el porqué de esta creciente preferencia mundial por un cine cuyo objetivo es el de asustar e incomodar al espectador, más aún cuando el género se ha dejado contaminar en los últimos años por tendencias como la del Gore en sus distintas variantes, dando lugar a productos que en muchos casos tienen como principal atractivo la mutilación y el mal gusto.

Se puede pensar que en algún caso dicha tendencia esta motivada por la incertidumbre que nos toca sufrir en forma cotidiana: vivimos en un mundo en los discursos cuestionadores a la realidad han sido reducidos al mínimo (ser “revolucionario” esta pasado de moda, el  conformismo se alienta a nivel global, el consumismo y la ganancia se consideran parte de la naturaleza humana), pero sin embargo las condiciones de vida son cada vez más precarias en todos los sentidos; la pobreza y la desigualdad aumentan a ritmo sostenido, la violencia cotidiana no para de acrecentarse (desde los masacradores individuales en Estados Unidos a la violencia sexual e intrafamiliar en Bolivia) y fenómenos como el narcotráfico o la trata de seres humanos crecen sin cesar a pesar de las “declaraciones de guerra” que las autoridades mundiales realizan cada cinco minutos.

En ese contexto, en el que el ciudadano de a píe tiene que vivir asustado sin entender claramente las causas ultimas de estas “amenazas” (y sin tener un norte político -ideológico que le señale por lo menos una certidumbre futura), parece ser que refugiarse en cintas en los que el sufrimiento toma formas concretas y el villano (su causa inmediata) puede ser identificado claramente, se constituye en una catarsis efectiva.

En todo caso vale señalar que el cine de terror actual, inspirado en gran medida en algunas cintas producidas a finales de los setenta, inicios de los ochenta, tales como Hallowen (1978), Viernes 13 (1980), Pesadilla en Elm Street (1984), entre varias otras, ha sabido construir un universo propio en el que de cuando en cuando, aparece algún cuerpo celeste digno de ser tomado en cuenta.

 

RETOMANDO LAS FUENTES

Pero Un Lugar Tranquilo, dirigida por John Krasinski y protagonizada por el mismo y  su esposa, Emily Blunt, traspasa los límites de del cine de terror contemporáneo y va mucho más atrás, bebiendo de la tradición de los clásicos, aquella en la que la construcción del ambiente y el  suspenso eran los elementos centrales (me vienen a la mente como ejemplos desde las mejores obras del expresionismo alemán, hasta ejemplos más recientes como El Resplandor de Kubrick (1980) .

Una de las formulas más efectivas en este tipo de cine es el de un ambiente adverso (recordemos las distintas variantes de “casas embrujadas”), en el que se desenvuelve algún conflicto personal o familiar. La variante en este caso se encuentra en que Krasinski maximiza este ambiente adverso, ampliándolo a todo el entorno natural.

Se trata de un lugar (no sabemos si todo el planeta) que ha sido arrasado por seres extraterrestres ciegos que atacan cualquier ser vivo, guiados por el sonido que estos emiten, por tanto, los escasos sobrevivientes deben comunicarse mediante señas, evitando cualquier perturbación sonora.

Generalmente en las cintas de este tipo, la evolución de los acontecimientos lleva a un momento culminante en la que el asesino acecha y los protagonistas tienen que esconderse en silencio. Gracias a su planteamiento esta película logra que el metraje completo tenga esta característica. No se trata de que se haya renunciado a la estructura narrativa, esta existe, pero el director logra imprimirle una tensión extrema al conjunto; en ese sentido podría decirse que se trata de un cine de terror de raíces clásicas, pero “recargado” por esta característica.

En medio de la incertidumbre externa, la familia de cuatro miembros debe lidiar con el complejo de culpa provocado por la muerte del miembro más joven de la familia y el embarazo de la madre (excelentes los momentos de tensión cuando esta da a luz).

Finalmente, otro de los méritos de la cinta es el de mantener el misterio en la mayor parte del metraje, sobre las características físicas del monstruo extraterrestre. Se lo descubre de a poco, de tal manera que cuando se muestra, se ha conseguido la verisimilitud.

La mayor deficiencia de la cinta esta en el final, teñido de cierto oportunismo en la construcción de elementos que justifiquen una secuela. En todo caso se trata de un pecado venial.

Punto alto para Krasinski actor reconvertido en director, que recorriendo el mismo camino de Jordan Peele (Huye, 2017), consigue un exito comercial y artístico en el cine de terror.

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