Crítica en 10 Minutos: “Ben Hur”
Los críticos de la novela de Lewis Wallace que dio origen a la “tradición Ben Hur” en el arte popular, dijeron de ella que era “una inusual mezcla de romanticismo, piedad espiritual, acción y aventura”.
Desde entonces (fines del siglo XIX), las diferentes adaptaciones al teatro y al cine intentaron repetir esta combinación virtuosa, sin lograr nunca el balance perfecto.
La novela tiene más de 400 páginas y cuenta la vida de Judah Ben-Hur, un judío en tiempos del Imperio Romano que, siendo príncipe de Jerusalén, cae en la esclavitud, se salva por sus dotes personales, se convierte en un hábil conductor de los carros que los romanos adoraban hacer correr, se venga de su antiguo amigo, el romano Mesala, y logra felicidad y riqueza, en un ascenso paralelo a su conversión a la religión que predicaba uno de sus vecinos, a quien reconoce como el verdadero Cristo y cuya crucifixión presencia.
Ni siquiera la clásica versión cinematográfica de esta historia (1951), con sus tres horas y media de duración, pudo tocar adecuadamente todos los aspectos. El más breve remake de 2016 dirigido por Timur Bekmambetov, pese a que tiene productores cristianos, pone énfasis en la aventura y la acción, mientras que trata de una manera confusa el asunto de la venganza (convirtiendo a Mesala en hermano adoptivo de Ben Hur y enamorado de su hermana) y mucho más confusa aún la conversión espiritual (esbozando apenas la contradicción entre la búsqueda de venganza y el perdón cristiano). Por esta razón, el final religioso de la película parece artificioso, es decir, sin preparación ninguna.
La parte de “acción y aventura”, en cambio, es entretenida. Aunque según los críticos la actual carrera de cuadrigas no supera la de la película de 1951, el público, claro está, no hace este tipo de comparaciones.