THOR RAGNAROK, El cine “que no se toma en serio”
Parece ser que la recientemente estrenada “Thor Ragnarok” va a ser un éxito en toda la regla: sus primeras cifras de recaudación le auguran un éxito sin precedentes, y casi todas las críticas reproducidas por las páginas especializadas la elogian, aunque entre un piropo y otro, haya distintas variaciones en la tonalidad.
Películas de superheroes “serias” y “no serias”
Casi todas las reseñas hacen hincapié en un elemento; el acierto del director neozelandes Taika Waititi en no haber realizado un planteamiento “en serio”, desarrollando una historia liviana, fácil de digerir, casi una autoparodia. ¿Pero esta es realmente una novedad?; muchas de las películas de lo que se ha denominado el “universo Marvel” comparten esta característica, sin ir más lejos las tres dedicadas a Iron Man (2008, 2010, 2013), las dos de Los Vengadores (2012, 2015) y la que al parecer hasta ahora es “la joya de la corona” en este terreno: Guardianes de la Galaxia (2014), a la que el mismo Spielberg en el Festival de Cannes le dedico algunos elogios apoyándose justamente en “que no se lo toma demasiado en serio”. Incluso cintas producidas por otras empresas decidieron recorrer ese camino con éxito, el caso de Deadpool (2016), financiada por la Fox.
Esta al parecer ha sido la ventaja de las producciones de Marvel sobre las de DC comics, tales como El Hombre de Acero (2013), o Batman Vs. Superman (2016), duramente criticadas por pesadez y su falta de sentido del humor. En ese terreno la trilogía sobre Batman de Christopher Nolan, constituye la solitaria excepción que parece confirmar la regla.
Lo que sorprende entonces es la “cuasi” unanimidad en la recepción positiva. Últimamente da la impresión que es tal el temor de que cada nueva superproducción sea un fracaso , que basta con que una cinta tenga una realización correcta y además acumule ganancia, para que sea aclamada como una obra maestra. Fue lo que ocurrió hace poco con “La Mujer Maravilla” (perteneciente al sector “serio” del genero), que sin demasiados méritos, pero si con una gran taquilla a cuestas, también fue aclamada.
Grasa para andar mejor
Evidentemente las películas “livianas” tienen la ventaja de conceptuarse a sí mismas como un simple divertimento, sin pretender ser lo que no son (como ocurre con algunos de los ejemplos mencionados, el caso deBatman Vs. Superman”, o de El hombre de Acero, donde su director Zack Zneider se da diversos aires Shakesperianos). Sin embargo, el que el humor y en este caso el estilo, se utilicen como una “grasa” para hacer correr la maquinaria, no significa necesariamente que el engranaje este bien armado, es lo que ocurre con “Thor Ragnarok”.
En la cinta, el director Waititi se esfuerza por hacer pasar rápidamente la trama en base al uso de chistes y lugares comunes, y para ello en muchos casos recurre a un humor verbal propio de las comedias televisivas (el momento en que Thor ve a Hulk y grita a los cuatro vientos “no hay problema, es mi compañero del trabajo”) o la auto parodia (el actor/personaje Chris Hemsworth lamentándose por su cabellera cortada). Por otra parte las situaciones mediante las cuales va avanzando la historia, son calcadas de innumerables versiones previas (los gladiadores que se unen a la rebelión, el ambivalente loki que finalmente llega al rescate de los buenos, etc.). Pero lo concreto es que la trama de la película presenta tantos huecos que es difícil enumerar todos: ¿qué paso con el valiente pueblo Asgardiano, que a mitad de la película resiste la invasión de Hela, pero al principio no reacciona al descubrir que Odin ha sido secuestrado?, ¿y que paso con el propio Odin?, ¿Cómo se explica la pasividad del “padre de todos” al ser secuestrado y exiliado?, ¿y qué motiva las misteriosas desapariciones y reapariciones de Heimdall, las que se dan sin explicación ni lógica alguna?.
El director Waititi, al igual que James Gunn, realizador de Guardianes de la Galaxia, fue reclutado para esta película, por sus antecedentes en un cine desinhibido y por tanto su capacidad para conectar con un público joven (Lo que Hacemos en las Sombras del 2014, es un buen ejemplo de cine paródico sobre vampiros). Sin embargo Waititi a diferencia de Gunn, no logra compatibilizar las exigencias del estilo requerido, con los de la solidez narrativa.
¿El declive del género?
Pareciera ser que lo que ahora ocurre con el cine de superhéroes, es lo mismo que en su momento se dio con géneros como el western o el musical. Sus estrechos límites, demarcados en parte por la necesidad de ser éxitos comerciales (en los años del Hollywood dorado se suponía que invertir en películas del oeste o musicales, era una inversión segura), le impiden una profundización en sus personajes e historias. De alguna manera Christopher Nolan logro reflejar problemas contemporáneos en El Caballero de la Noche (2008) y las series de superhéroes producidas por Netflix como Dare Devil (2015) o Jessica Jones (2015), han podido profundizar en sus personajes, pero en el primer caso se trata de una autentica excepción como hemos mencionada antes, mientras que en el segundo, al tratarse de productos destinados a una plataforma que cobra una tarifa plana, sufren en menor grado la presión del rating.
La avalancha de películas de superhéroes no se detendrá mientras se siga obteniendo buenos resultados en la taquilla; para las próximas semanas se anuncian estrenos como los de La Liga de la Justicia, Pantera Negra o Ant Man 2. En todos esos casos será interesante observar los esfuerzos de los realizadores para alzar vuelo en lo que parecen ser los límites cada vez más estrechos de una jaula.