Tu me manques en HBO Mundi
La última película del director boliviano Rodrigo Bellot, Tu me manques, se estrena en uno de los canales (el dedicado a los títulos en lenguas distintas del inglés) de la cadena más importantes de filmes por televisión, HBO. Una buena noticia que merece celebrase viendo de nuevo esta película, que tiene debilidades narrativas pero que se relativizan porque no está principalmente abocada a contar una historia. A semejanza de la novela de ideas, lo que Tu me manques busca es desplegar un discurso, una concepción de la vida. Por eso, los personajes y los sucesos no se suceden de acuerdo a su propia dinámica narrativa, sino que se subordinan al objetivo discursivo… Aunque esta comparación quizá no sea suficientemente precisa. En realidad, esta película opera como lo hacía la literatura medieval: por medio de “exempla”, es decir, de un conjunto de cuentos pensados para enseñar, discutir, denunciar: para promover la virtud. En este marco, el hecho de que una escena no se concatene exactamente con la siguiente no interesa mucho: lo importante es que cada escena funcione por sí misma y que la suma forme, coralmente, un determinado mensaje de importancia social.
Esta estilización implica que Tu me manques recurra a diferentes niveles de explicación: a) el referencial: la historia del encuentro/desencuentro entre Sebastián (Fernando Barbosa), el exnovio homosexual del suicida Gabriel y Jorge, el padre de este (Óscar Martínez); b) el meta-lingüístico: la entrevista entre Sebastián y un periodista sobre la obra que el primero está presentando –que, en última instancia, es el propio filme–; y, finalmente, c) el alegórico: la obra de teatro/danza que expresa corporalmente las cuestiones que en el resto de la película encuentran una expresión verbal.
También implica que el filme salte, aunque sea por breves momentos, de lo ficticio a lo verídico (cuando, hacia el final, Sebastián agradece a Martínez su participación en la obra y no se dirige a su personaje, sino al actor mismo). Finalmente, implica que el personaje Gabriel sea representado por tres diferentes actores, lo que le asegura una naturaleza metafórica.
Una vez más: esta superposición de mecanismos explicativos solo puede deberse a la existencia de una estrategia efectista.
¿Qué decir de esta clase de cine que he de llamar, sin propósitos peyorativos, “panfletario”, porque sirve principalmente para discutir, denunciar y promover? Pues, que puede ser importante, que puede ser poderoso, que puede tener utilidad social, que generalmente resulta polémico y controversial, que constituye un documento social, que incide en el debate público, que moviliza consciencias. Todo lo cual se aplica a este caso.
¿Y qué, en cambio, no es posible decir de él? Que sea capaz de lograr una comunicación íntima –no racional– con el espectador. Este es siempre un cine fundamentalmente racional. Por esto Tu me manques no logra conmover profundamente, pese a los excesos y regodeos melodramáticos de su final.
El talento del director (y escritor del filme) Rodrigo Bellot, no está en cuestión, pese a los errores mencionados. Tampoco su audacia, que le alcanza para filmar lo que es —hasta donde recuerdo— la única escena de sexo homosexual consensuado de nuestra historia. Aunque no hubiera hecho otros aportes más, este sería suficiente para que lo respetáramos y apreciáramos. En esta ocasión, sin embargo, no ha logrado superar su mejor obra, la más misteriosa y profunda Dependencia sexual.
En el apartado de la excelencia artesanal –que tanto interesa a los bolivianos, por razones justificadas– hay que decir que Tu me manques muestra una factura superior a la de la mayoría de las producciones locales: algunas actuaciones, como la de Martínez o la de Rossy de Palma, constituyen por sí mismas un atractivo para el espectador.